12/10/10

El Estado: la ausencia que más duele

Como toda primera vez, este primer posteo en el blog deberá entenderse como una suerte de declaración de principios, una carta de presentación que muestra mis preocupaciones, los temas a los que me aboco, y la forma en que los abordo.
Sin más preludios, hoy me preocupa el tema de la (in)seguridad. Cuestión mediática, si las hay. Caballito de batalla de la derecha vernácula. Tema tabú para la centro-izquierda dirigente. Y, por cierto, para el Gobierno nacional.
¿Saben por qué el kirchnerismo no tiene discurso sobre la inseguridad? Porque, en tanto "progresistas" q pretenden ser, la inseguridad es un síntoma de la falta de políticas redistributivas, de generación de empleo genuino, etc., etc.(toda la cadena de significantes articulados a los que responden discursivamente los Kirchner).
La inseguridad muestra, precisamente, la distancia entre lo que ellos dicen que son como grupo político y lo que (no) hacen en materia de políticas públicas. Hay que hablar de la inseguridad. Como, también, de la seguridad. De las fuerzas públicas, de su capacidad y su honestidad. Del negocio de la droga. Y, claro, de las distintas políticas públicas que hay que implementar para brindar a la ciudadanía no sólo un país más seguro (en cada rincón) sino, tan o más importante, más justo e igualitario.
No me parece una buena solución crear fuerzas de seguridad municipales. Ya hemos vivido esto. Este tipo de soluciones nos remiten a la política noventista (menemista, neoliberal), descentralizadora hacia niveles inferiores de gobierno: tirar la pelota afuera de la cancha. Se trata, más bien, de todo lo contrario: fortificar al Estado con nuevas capacidades e incrementar el diálogo político entre los distintos jefes (comunales, provincial y nacional), sean del color político que fueren, para coordinar políticas públicas. Es un clásico de la ciencia política como disciplina que cada área de estudios termine siempre con la misma observación: "lo necesario para implementar esta (X) cuestión es voluntad política y liderazgo". Pues bien, eso es lo que reclama el ciudadano. Eso es lo que desnuda la inseguridad como cuestión acuciante. La falta de un Estado realmente presente. En el fondo, por más discurso o "relato" que se sostenga desde el poder y sus medios afines, el Estado argentino sigue ausente, desmembrado, desjerarquizado, incapacitado.
No hay relato que pueda devolver un hijo o un marido muerto.
La inseguridad es, quizá, el emergente más descarnado de esa ausencia estatal.

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