27/10/10

El Estado presente, del "relato" a la práctica

La ausencia del Estado, o su deficiente presencia, será una constante de este blog. Esta insistencia se vuelve urgente a raíz del discurso instalado o dominante, que señala lo contrario, luego de la llegada del kirchnerismo al poder central. Será, entonces, un intento por deconstruir el “relato” oficial.

¿Por qué esto es importante? Porque es necesario no habilitar nuevamente la crítica neoliberal al Estado, el canto al sálvese quien pueda, agazapado detrás del manejo ineficiente del Estado actual. No estamos aún en camino hacia un Estado ágil o “atlético” e inteligente, como lo entiende el politólogo Oscar Oszlak. Esto es, no un Estado que incrementó su “deformidad” luego del ajuste de los 90 -que sólo atendió su hipertrofia-, sino un Estado que atienda, más que al tamaño, a la calidad de la gestión pública. Esto se comenzará a lograr cuando se fortalezca al Estado con capacidades institucionales, profesionalizando al servicio público; con autonomía y con más accountability (responsabilización) ante la sociedad. Claramente, no es el camino por el que transita la Argentina. Es lo que en este blog intentaremos mostrar de a pinceladas.

Véase, por ejemplo, lo señalado por la ex titular de la Agencia de Inversiones, Beatriz Nofal, hace pocas semanas en Clarín.

"Desde la Agencia de Inversiones habíamos diseñado un proyecto para promover la inversión en las empresas medianas", que desde enero de 2009 duerme en los cajones del Ministerio de Industria, dice Nofal. Una muestra de que el actual Gobierno nacional aplica, en lo básico, el mismo manualcito monetarista de los 90.

Otro claro indicador de "Estado ausente".

Véase en la misma línea la tarea sucia realizada por el secretario de comercio Guillermo Moreno con los controles de precios. Pero, ¿cómo? Concentrando la economía en pocas manos para luego arreglar todo con un telefonazo. Mientras tanto, la Ley de Defensa de la Competencia (N° 25.156), calcada de EEUU y muy dura, duerme el sueño de los justos. Sólo dos veces se usó: en 1999 y 2004 (con Lavagna). Nunca se constituyó el Tribunal de Defensa d la Competencia. Existe un instrumento contra las posiciones dominantes. No se usa.

El mercado se autogobierna. No hay Estado. Paradójicamente, el caso Fibertel lo demuestra. La actuación desprolija del Estado (permítaseme una lectura ingenua) sólo refuerza ls argumentos neoliberales no intervencionistas del vulgo.

Insisto: "Estado presente" es una categoría de análisis. Que no debería confundirse con "Estado prepotente" o "prepotencia de Estado", por un lado, ni, por otro, con el viejo "Estado interventor" que naciera allá por el primer peronismo.

Al Estado se lo depura -otra vez- con un cuerpo burocrático formado. Caso contrario: se lo poda, como en los 90. La Historia ya ha mostrado que eso no sirve. El Estado actual, que no gasta donde (y como) tiene que gastar, pero tira subsidios por todos lados para la clase media y alta (Transporte, ONCCA), y migajas al estilo de la Caja Pan para los pobres, es una vuelta al Estado ineficiente que teníamos hasta los 80.

Ésta será, tanto o más que la "polarización social", la peor herencia de los K: la vuelta de la crítica neoliberal al "Estado bobo". La mala gestión nos está haciendo perder una oportunidad histórica para concientizar a la sociedad sobre la necesidad y conveniencia de un Estado fuerte.

"El Estado es la representación metafísica que se hace la sociedad de sí misma", afirma el filósofo político Carl Schmitt. El Estado, como la democracia, y cada uno de nuestros valores e instituciones, es una construcción histórica. La de este momento que nos toca vivir es la que el Gobierno nacional sostiene desde su discurso. Pero no desde su práctica.

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