13/1/12

El kirchnerismo y la "política tramposa". O el cáncer de la mentira

Néstor Kirchner fue un "tramposo". Y precisamente allí residió -y reside- su principal atractivo; el más fuerte componente seductor del kirchnerismo. Pero, bien analizada, esta seducción reside en un equívoco.
Ser "tramposo" implica, en cierto contexto, por raro que parezca, una acción ética positiva. En efecto, el filósofo francés Jean-Paul Sartre hacía una distinción ética entre “cerdos” y “tramposos”. Pensaba la acción (política) en tiempos difíciles. Guerras, dictaduras. Sucintamente, mientras el "cerdo" cumple con la orden del jefe o superior, coincida con ella o no, el "tramposo" también lo hace, pero logrando incorporarle un contenido subliminal -o no tanto- que niegue, contradiga, relativice o ridiculice aquella orden. Una actitud subversiva. Ambos hombres son inexcusablemente libres y actúan con libertad, por cierto. Pero también, sartreanamente, su acto los define. Hoy Sartre está en desuso, es cierto. Pero estas categorías sirven para el presente artículo.
La velada crítica que conlleva el famoso dibujo de Emilio Eduardo Massera mirándose al espejo, publicado por Hermenegildo Sábat cuando el Almirante Cero estaba en el poder, es un claro ejemplo del "tramposo". En la visión kirchnerista actual, todos los periodistas de los "medios hegemónicos" son "cerdos" adulones de Mitre o Mag-netto, según dónde sea que acaten órdenes. No así, claro, los "periodistas militantes" de la causa nacional y popular que son los voceros de este "modelo de transformación social". (1)
Abundemos en la figura propuesta. El "tramposo", como Sábat durante la dictadura, actúa en un contexto adverso, en el que se juega la vida; carente de toda red, lanza al mundo su acción "tramposa" hacia el poderoso.


Néstor Kirchner nos legó fundamentalmente eso: la "trampa". Él fue un "tramposo", en este sentido ético positivo del término. Cumplió, cuando carecía de poder, con el dictado de los poderosos, mientras cimentaba el suyo propio. Cada gesto positivo que el "relato" oficial ensalza del extinto ex presidente puede considerarse de ese modo, así que no voy a explayarme en esta cuestión. El EterNéstor. El (falso) Eternauta que lucha y resiste contra el poder opresor. Bla bla.
Por definición, una acción es "tramposa" cuando ataca a un superior. Pero cuando las víctimas de esa acción no ostentan ese estatus superior, la "trampa" se vuelve trampa, sin vueltas. Una mentira sin épica social ninguna.
Creo que el concepto que intento formular es bastante palpable. Refiere a las "trampas" que Néstor tendió en apariencia a los poderosos pero que se volvieron trampas para el pueblo. Pongámoslo más fácil, con ejemplos. Uno, ya clásico: el falseo de los números del Indec, según se justificaba en voz baja desde el poder en 2006, era para quitar puntos de deuda al país. Es decir: trampeaban por nosotros. Pero luego resultó que la inflación era trampeada, también. Y con ello, como sabemos, perdían los laburantes. Los mismos de siempre, en fin.
Otro ejemplo, ya clásico, también: la "Ley de Medios de la democracia" venía a traer más democracia a la democracia, a volver plurales las voces, a deshacer los monopolios de la "corpo mediática" comandada por Mag-netto, ése que hasta dos días atrás cenaba con Néstor en Olivos. Y bien: ni los monopolios dejaron de ser monopolios, ni las voces se volvieron plurales. Vivimos, en cambio, una guerra de poderosos (privados, estatales y pseudo-estatales) en la que, como en toda guerra, la primera víctima es la información. Las ONG, las comunidades locales, vecinales, y la de los pueblos originarios no han podido acceder a la palabra aún, vigente ya la nueva ley hace dos años.
Corresponde la pregunta: ¿terminará pasando lo mismo con la bonita Ley Antiterrorismo?...
Dos ejemplos, nomás, de "trampas" ante los poderosos que se volvieron trampas a secas para el pueblo.
Posible objeción: ¿Carlo no fue un mentiroso, también, acaso? Por cierto. Pero "blanqueó" su nuevo contrato apenas asumió el poder al decir: "Si hubiera dicho lo que iba a hacer, no me votaba nadie". Y lo volvió a suscribir en cada oportunidad, a fuerza de cinismo. Por lo demás, fue mentiroso, pero no fue "tramposo", según la definición que estamos planteando aquí. De modo que no hubo ambigüedades que turben la interpretación de lo que fue el menemismo.

Néstor Kirchner sí fue un buen "tramposo", entonces. Pero el problema es que Néstor Kirchner también fue un tramposo a secas. Y la lista es larga. Empezando por los "fondos de Santa Cruz", siguiendo, por caso, por la invención de un pasado heroico en los 70, o las campañas sucias contra Olivera, contra De Narváez, la intervención del Indec y el consecuente trampeo de los números de la inflación y el ocultamiento de la pobreza en Argentina; o el ocultamiento de los informes negativos de los organismos republicanos de control, el vaciamiento del Consejo de la Magistratura; la "nacionalización" tramposa de las AFJP para usar sus fondos para financiarse, la reestatización de la vaciada Aerolíneas Argentinas bajo el argumento tramposo de "integrar al país" pero no a través de la producción (para ello se necesitan rutas y trenes vigorosos, que no los hay) sino del turismo; la defensa tramposa de los derechos humanos; las cintas de la AMIA que nunca aparecieron, los 20.000 millones de dólares chinos que nunca llegaron, la corrupción en la obra pública y en la entrega indiscriminada de subsidios a empresarios amigos o testaferros; el financiamiento de las campañas, las candidaturas testimoniales, el falso "diálogo político" que devino en la "reforma política"; Oyarbide y la Justicia del Sorteo (o el Sorteo a la Justicia); o el vanagloriarse de haber implantado una "Corte independiente" pero desconocer sistemáticamente sus fallos; las dudas sobre el patrimonio del matrimonio, la falta absoluta de transparencia en la administración del Estado y sus recursos, los medios oficiales propagadores y justificadores de la Mentira Oficial (que alcanzó incluso a la propia salud del ex presidente), la prolongación ad eternum de la ley de "emergencia económica" por más que hace ocho años que la economía viene creciendo a tasas chinas, el uso de los "superpoderes" (los mismos que pidió y tuvo Domingo Cavallo), el manejo discrecional de las partidas de presupuestos nacionales siempre mentirosos, la constante apelación a un "Estado presente" desmentida a cada paso, en cada tragedia que confirma que Argentina sigue estando desamparada, que seguimos siendo República Cromagnón (2); defender desde el discurso la libertad de expresión pero quitar la pauta oficial a los medios no alineados y criminalizar la protesta cada vez más (la Ley Antiterrorista es la última frutilla de este postre); llamar "sintonía fina" al durísimo ajuste que se viene, consecuencia de haber pregonado tramposamente el "modelo productivo de inclusión social con matriz diversificada" pero, en cambio, haber beneficiado a los más ricos y haber primarizado, concentrado y extranjerizado la economía más aún que en los denostados años noventa; y tantos otros ejemplos, muchos de los cuales ya han sido y son motivo permanente de reflexión en este blog.

La anterior enumeración incluye a nuestra actual presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Cristina también se presenta inconscientemente como "tramposa" (es mujer, el "sexo débil") pero actúa tramposamente, sin comillas. Evidentemente, los políticos argentinos sienten que no alcanza con la legitimidad del voto para gobernar. Y necesitan reconstruir esa legitimidad desde otro lugar que no es el institucional. Tema para desarrollar en otro post.
Así, la trampa a secas, la trampa sin épica, la trampa desde el poder, tiene sus consecuencias. En efecto, en el reino de la trampa y de la mentira, todo está bajo sospecha. Ése es el mundo K. Allí es donde mejor se mueven. Allí ganan ellos. De noche, todos los gatos son pardos. Hasta que un tiro te sale por la culata. Lo demuestra el último episodio de esta zaga, que comienza como una torpeza oficial y termina en sospecha debido, precisamente, a la larga lista de jugadas tramposas del gobierno nacional en estos ocho años. Me refiero, por cierto, a la -por suerte- anécdota del falso cáncer de la Presidenta.
Al respecto, la buena salud de la Presidenta es una buena noticia. La salud de la república, no tanto. Ante el escenario de un cáncer -aunque presuntamente controlado, según se informó al principio-, apareció nuevamente la fragilidad institucional de la Argentina, mostrando cómo concentra alegremente todo su poder en su vértice -mal que les pese a los militantes K- mortal de uno de los tres poderes: la cabeza del Ejecutivo.
El problema aquí, otra vez y para finalizar, no es la supuesta mentira del cáncer, sino que, una vez más -y para usar una metáfora biologicista poco feliz pero que viene a cuento tras este lamentable bochorno-, el problema es el cáncer de la mentira, que todo lo pone bajo sospecha. ¿Cómo interpretar, si no, la supina estupidez de creer que, en realidad, la muerte de Néstor fue una puesta en escena, como se escucha o se lee por ahí cada dos por tres?
Brevemente: en el barro de la "trampa" y de la trampa a secas, la lucha (política) por el reconocimiento mutuo es imposible: es una mentira más.
La mentira, y los distintos actos "tramposos" y tramposos, fueron el ambiguo legado del pastorcito Néstor y de la dirigencia kirchnerista en su conjunto. No lo hacen por nosotros. No trampean por nosotros: es su forma de acumular poder. Es imperioso que tanto la clase política toda como la sociedad se planteen de una vez por todas empezar a salir de esta ambigua ética de la trampa instalada en el país en la última década. Porque, en el reino de la mentira y de la desconfianza, hay algo peor que el hecho inexorable de que aparezca el lobo y comience a comerse a las ovejas. Y es que, antes, éstas terminen comiéndose entre sí.

(1) Otro modelo alternativo al "tramposo" Sábat durante la dictadura, para seguir tipificando, fue el sincericida Rodolfo Walsh, quien, como buen "parresiasta", se comprometió a "dar testimonio en tiempos difíciles" gritando por escrito los "errores", "crímenes" y "calamidades" de la primera Junta Militar en su famosa Carta Abierta de 1977. Es el modelo publicitado por los K, el periodista idealizado, bien que poco conocido. Walsh fue un orgánico de Montoneros, pero también un intelectual honesto y crítico, que no tuvo pelos en la lengua para criticar a la cúpula de esa organización cuando lo creyó necesario (y quizás no oportuno).
(2) La última noticia de República Cromagnón es, precisamente, de hoy: un conductor borracho de una camioneta hizo un desastre en la ruta 11, pese a que otro automovilista había avisado dos veces al 911 y la policía, bien gracias.

3/1/12

Himno trunco

El final de la tira El Puntero (político).
Ni una gota de nacionalismo en este Himno trunco, y mucho de "angustia" y bronca en ese "¡Salud!" negado por los "libres del mundo" al... "gran pueblo argentino"...
Gran final, ese primer plano provocador; esa inversión de la responsabilidad: es el político el que nos mira, enojado. Para pensar y repensar...


Pueden leer el post en el que describo algunos tópicos de la tira aquí.