17/4/16

Del kirchnerismo al macrismo: ¿"giro a la derecha" o profundización de la desigualdad social ya existente?

Algunas anotaciones desordenadas y plagadas de hipótesis falsables con el modesto objeto de ayudar a pensar a los que trabajan de pensar nuestra actualidad política, económica y social.
A raíz de cosas que vengo leyendo, como las graves confusiones en la caracterización del kirchnerismo respecto del macrismo que observé en un artículo de ayer en Perfil de la socióloga Maristella Svampa -y cuya crítica cito al final de este escrito*-, me parece interesante establecer un parámetro concreto para medir cuán "a la izquierda" está un gobierno no sólo respecto de la sociedad sino respecto de otro gobierno. ¿Por qué Svampa? Porque me parece que ella realiza en su texto algo que vengo diciendo y creo que es la saludable línea intelectual a seguir. Esto es: el ejercicio de la crítica doble, tanto al macrismo como al kirchnerismo que se fue en diciembre y dejó, luego de 12 años de gobierno, las bases estructurales sobre las que se mueve el gobierno actual. Una “crítica de la crítica crítica”, digamos.
Primera aclaración necesaria: decir "cuán a la izquierda" no es decir "de izquierda". Y menos en el sertido ortodoxo o "revolucionario" del término ideológico-espacial. Al respecto, creo que un gobierno de izquierda -dije de izquierda, ¿ok?- es una utopía (ver Grecia...). Por lo demás, está visto que son las derechas las que se pelean entre sí para ver cuál está "más a la izquierda" para ampliar así su base de legitimidad. Avancemos.

Libertad versus igualdad (filosofía de la historia)

Los parámetros concretos de medición que propongo tener en cuenta a la hora de las comparaciones o análisis no son, por cierto, nuevos; existen y son mensurables. Me refiero a la brecha de desigualdad (Índice Gini, por caso) y a los de precarización o flexibilización laboral. Bueno, son mensurables en un país que no esconde su pobreza debajo de una alfombra estadística manipulada como hizo el kirchnerismo con el Indec, en fin… Al margen, o no tanto, si, como señaló el ministro de Economía de Prat-Gay esta semana, recién vamos a tener índices de inflación serios en 2017, ¿por qué echaron (otra vez) a Graciela Bevacqua del Instituto, amigo PRO?
Volviendo. Lo que quiero destacar en este planteo de domingo de lluvia es la importancia y la diferencia de la medición de lo material por sobre lo simbólico o cultural, o los valores (Gramsci, Bourdieu, etc. etc.). Creo, como Marx (y éste con Hegel), que la historia avanza hacia la Libertad. Pero no lo hace linealmente. Todo el tiempo hay retrocesos. Esto lo desarrolla in extenso en “Ideología del desarrollo y dialéctica de la historia” un tal Franz Hinkelammert, siguendo al marxista crítico Ernest Bloch, si se quedan más tranquilos con la validación por la autoridad (académica).
Y estos retrocesos se deben, entre otras cosas (hipótesis), a las relaciones objetivas de las fuerzas en pugna (hoy me levanté muy marxista, sí). Esto es: Capital & Trabajo. Por ello donde más se manifiestan estos retrocesos es en el ámbito de las condiciones materiales de vida, pues son las que afectan directamente a la ganancia del capital. Es verdad que cierto marxismo cultural enfatiza en que lo simbólico también forma parte de lo material y bla bla. Es cierto que para una pareja homosexual, por poner un ejemplo de un valor recientemente aceptado en nuestra socieadad durante el gobierno K (pero podría hablar del derecho al aborto, aún en disputa) no es lo mismo poder demostrar su amor libremente en la calle que no hacerlo, o tener derechos civiles al matrimonio y a la sucesión de bienes y demás, que no tenerlos. Pero lo que digo (hipótesis; todo lo que aquí escribo son hipétesis refutables; tranquilos, profesores) es que los valores afirmados y conquistados son como mojones en la conciencia social que una vez que se logran son mucho más difíciles de remover o de quitar para volver a un estado anterior. "Una idea es un modificador de la conciencia", sintetiza muy bien un pensador posmoderno español. En fin: ese avance hacia una mayor libertad permea en la conciencia y es más fácilmente “tolerado” o aceptado en las sociedades complejas modernas que se rigen por una racionalidad burguesa o capitalista.
Y aquí nos arrimamos más al nudo filosófico político del asunto: la libertad puede ser patrimonio de muchos gobiernos incluso de ideologías de derecha. La igualdad material no. La libertad (sobre el cuerpo, por ejemplo) siempre es individual, aunque se establezca por ley y rija para todos. Hete aquí la confusión que producen gobiernos de derecha que pueden parecer “a la izquierda” o progresistas defendiendo libertades individuales. La igualdad, en cambio, es colectiva, posee un matiz mucho más relacional que la libertad (hipótesis arriesgada). Por cierto, para que un gobierno (o una bandera levantada "desde abajo") esté más "a la izquierda" que otro debe perseguir las consignas igualitaristas en el sentido aquí planteado pero jamás a costa de las distintas libertades (como claramente es el caso de los populismos latinoamericanos).

Capital & Trabajo
Va la hipótesis tal vez más refutable de todas: quizá el capital acepte la ampliación de derechos (libertades) individuales porque en general no afectan directamente su rentabilidad. Me niego: sí lo hace, claro está; piénsese en una pareja homosexual, para seguir con el ejemplo anterior, cuyos miembros tengan derecho a tomarse días de trabajo -y así disminuir la productividad del capital- por matrimonio o por adopción de hijos. Pero claramente afecta mucho más la rentabilidad del capital una política de Estado de redistribución del ingreso (recordemos que la "distribución" es la que hace en primer término, per sé, “el mercado”), vía paritarias, vía política tributaria progresiva, etc., más ampliación de derechos laborales. Estos derechos también son valores pero más relativos o históricos -a falta de una mejor definición- que los otros, pues constantemente están en pugna, supeditados a las coyunturas de política-económica (esas que siempre mentan los gobernantes cuando asumen, diciendo que cambiaron, por lo cual no pueden aplicar las políticas que prometieron en campaña).
Insisto. El centro de mi planteo es la igualdad material y la definición de políticas públicas que están o no más "a la izquierda". El liberal que votó a Macri tiene muy claro que votó más "libertad", más "aire" respecto del autoritarismo mesiánico K, y menos planes sociales, bla bla. No hay demasiada discusión allí. A ese votante le interesan poco el tipo de medidas "sociales" que Macri anunció ayer sábado y que contradicen claramente sus expectativas. Y está muy bien que así sea. Cada uno tiene derecho a pensar y sentir como quiere y cultivar así su egoísmo. Por eso es importante el componente de libertad en la consecusión de una mayor igualdad material.

Derecha y... más derecha
Es siguiendo este planteo general hipotético que un gobierno de derecha puede incrementar la visibilización y penalización de violanciones históricas a los derechos humanos, como hizo el kirchnerismo, persiguiendo a los que ayer corrieron hacia la derecha las relaciones de fuerza Capital – Trabajo, eliminando vía desaparición forzada de personas a los sectores sociales más combativos, y mirando a la vez para otro lado en lo que respecta a los derechos humanos del presente. No hay contradicción ideológica alguna de fondo aquí. Es el movimiento hacia la Libertad actuando, y ello se da en la conciencia social (para no decir “de clase” y volver las cosas más problemáticas), que es lo mismo que decir que excede a un partido, movimiento político o gobierno, como el kirchnerismo. Cierto es que, como describió Marx en el 18 Brumario, hay momentos históricos de “empate social” en los que una persona o un gobierno pueden decidir una situación de crisis terminal: Duhalde en 2001 fue el que empezó a cerrar la brecha que se abrió entre representantes y representados. La operación la finiquitó el “Presidente fuerte” Néstor Kirchner. A eso Marx lo llama “bonapartismo”. El “Bonaparte” -no Napoleón sino Luis Bonaparte, a quien Marx despectivamente llamaba “el sobrino de su tío”, pues era un ser insignificante- parece que “arbitra” y lo hace de hecho, pero siempre a favor del Capital, incluso realizando concesiones sensibles al Trabajo. Eso fue el duhaldo-kirchnerismo. Ése fue el Estado “fuerte” o “presente” que vino con los K desde el Frío, y que por cierto de “presente” tiene muy poco, salvo para sostenerle la renta al Capital. En tal sentido, la masacre de Once y el modelo de subsidios y negociados para sostenerle la renta a los Cirigliano son las dos caras de esa misma moneda. Pero lo importante aquí es el sentido de la filosofía de la historia, la conciencia social que iba en esa dirección y reclamaba un “Estado fuerte” o “presente” (que siempre es “selectivamente presente”, como bien señala Loïc Wacquant), y de ahí el “giro discursivo” en la palabra del poder respecto de “los 90” a esta década “ganada” que perdimos.

Políticas públicas y discursos políticos
 Iba y va aún en ese sentido esa conciencia social que todavía es la nuestra. Por eso también el inteligente “giro discursivo” estatalista de Macri de julio de 2015, que señalé en su momento (ver captura de pantalla: click para agrandarla).
A este respecto, cabe decir lo siguiente sobre los despidos masivos en el Estado que viene haciendo el actual gobierno: para nada pueden ligarse a los despidos de los 90, que a todas luces buscaban “podar” el Estado en pos de un “Estado mínimo”. Lo que se sostiene desde el discurso oficial es “profesionalizar” la burocracia pública, poblada de “leales al líder” en la década pasada. Cierto es que hasta aquí ni se logró este punto y lo que se ve es una simple “limpieza”, como que tampoco se logró fortalecer al Estado con capacidades de gestión y control que le fueron arrebatadas en los tempranos 90 con el paquete de leyes de “reforma del Estado” que llevó adelante el peronismo menemista con el apoyo legislativo inicial del radicalismo (en una verdadera muestra de acuerdo transversal y de política de Estado, bien que a la larga contraria a los intereses del pueblo), y que continuó intocado en la falsa “década ganada”, más allá de algún reposicionamiento de las “porosas fronteras entre Estado y sociedad” (Oszlak). Y dicho esto es menester aclarar un equívoco bastante habitual en cierto progresismo: más Estado no es estar más “a la izquierda”. En general son los gobiernos de derecha los que reslizan mayores intervenciones selectivas en la economía para incrementar la ganancia en favor del capital. Aquí y en el mundo. Insto a repasar Marx o Polanyi. Alcanza como ejemplo práctico la Convertibilidad de Cavallo: ¿qué mayor intervención en la economía, acaso, que pisar por ley el valor de la moneda nacional?
Cierro esta desordenada lluvia de hipótesis con el planteo principal: para no caer en cambalaches analíticos creo que las comparaciones entre kirchnerismo y macrismo son más fructíferas allí donde son parecidos, no donde difieren claramente (esto último es: en el aspecto de la libertad individual ensalzada por uno y relegada a raíz de una tara ideológica por otro). Y son parecidos en la dirección de las políticas públicas que tienen que ver con la igualdad material en las condiciones económicas de vida y de trabajo. Y es en este sentido específico que el macrismo no es lo opuesto al kirchnerismo, como si se tratara de la “izquierda” frente a la derecha, sino su complemento, su continuación en el momento histórico posterior al total cierre de la brecha de crisis que se abrió en el 2001-2002, momento tras el cual las relaciones Capital – Trabajo volvieron a estabilizarse a favor del primero.
Hay un punto crucial en el que las estrategias del Capital y el Trabajo coinciden: es el desarrollo de las fuerzas productivas (punto por cierto puesto en cuestión ya desde fines del siglo XIX con la financierización del capital y la aceleración en la generación de ganancia que ello implica): en teoría el Capital busca ese desarrollo para obtener más ganancia, y, en teoría también, eso expone más la contradicción entre esos dos actores centrales del modo de producción genérico y característico de la modernidad. En este marco de análisis, la “década ganada” careció de tal desarrollo, pues fue la gestión “de lo que había” hasta que se acabó o se gastó; una forma de atraso, en fin.

Del kirchnerismo al macrismo: ¿giro a la derecha o profundización?
Omitir estas consideraciones lleva a pensar erróneamente que el macrismo representa "un giro a la derecha" respecto del kirchnerismo, como postula Svampa, cuando en rigor se trata de una profundización de políticas de derecha con concesiones estratégicas a los sectores bajos, que comenzaron en 2001 con Duhalde y se afianzaron con los K. Unos pasos más adelante de este peligroso error está el darle la razón a CFK cuando se preguntó retóricamente, esta semana en las escaleras de Comodoro Py: "Piensen cómo estaban en diciembre y cómo están ahora". Avanzando en este razonamiento incompleto y falaz, podríamos preguntar, del mismo modo: "Piensen cuándo estaban mejor, si el 9 de diciembre de 1999 o el 20 de diciembre de 2001"... ¿"Que vuelva Carlo", entonces?
Nótese que en ninguna línea de este texto se habló de la hoy tan en boga mediática "corrupción k". Pues, en efecto, lo más grave del kirchnerismo no fue toda la que se robaron sino vender una revolución liberadora mientras en verdad esclavizaban al pueblo, atándolo a la figura proveedora del Estado encarnado en el "líder bueno". Precisamente por esa estafa ideológica es que el populismo K es mil veces más nocivo que la actual derecha gobernante. De esto costará mucho salir...
Creo, volviendo al eje de este post y ya para terminar, que nos urge como país plantear, de una vez, la cuestión del desarrollo (económico, productivo, y también urbano, por cierto). Y recién allí entonces, inevitablemente, aparecerán en agenda, como nunca, las condiciones materiales de vida objetiva de los sectores sociales más postergados. Recién allí comenzaremos a discutir el problema de fondo, que ni radicalismo, menemismo, kirchnerismo o macrismo plantea(ro)n en sus agendas de gobierno, que es el de la igualdad material.

* Replico aquí los comentarios también desordenados que le hice a Svampa en su Facebook:
Me parece que en el -muy loable y emulable, por cierto- afán de criticar al macrismo y al kirchnerismo se establece una oposición ideológica entre ambos que no existe, y esta matriz de análisis lleva a hablar de "giro a la derecha", cuando quien gobernaba hasta diciembre también era la derecha. No me parece un detalle. Al contrario: esta confusión me parece gravísima. En todo caso, tengo para mí que debería hablarse de una "profundización" de las políticas de derecha que se vinieron aplicando en los últimos años. Quizá esta confusión provenga de la complacencia de cierto progresismo que entiende que "menos Estado es derecha y más Estado es izquierda". La historia, por cierto, demuestra lo contrario; aquí y en el mundo (repasar Marx o Polanyi). Quizá el progresismo que cree que el keynesianismo fue de centro izquierda y no la reacción más lúcida de la derecha que vivió, pensó y administró la entreguerra. Esto muy groso modo. Yendo un poco más a algunos detalles de tu muy interesante nota, Maristella, creo que si cuestionamos a La Cámpora como "agencia de colocaciones" (para usar la gráfica figura del Turco Asís), creo que cuestionar los despidos merece mayor detenimiento. Pues si bien es cierto que el macrismo parece estar haciendo una "limpieza" no menos cierto es que el Estado, la administración pública (la cual en otros países es de carrera, y está muy bien considerada), fue poblado en estos años con leales, como una de las formas encubiertas (además del engaño estadístico y demás) de ocultar la falta real de políticas de desarrollo, productividad genuina y empleo. De ese desastre venimos. Que hoy no se ha revertido, por cierto. Y es en este sentido que no me parece menor la descripción, desde mi punto de vista bastante gentil, de los programas sociales implementados por el kirchnerismo como "cierta inserción dependiente", pues... ¿entonces su sentido era el correcto y lo que estaba mal era esa dependencia (política, del líder (del líder bueno))? No quisiera olvidar, en este punto, todos los movimientos sociales que buscaban desarrollar su autonomía política, y económica, intentando "pensar sin Estado" (claramente, los MTD), y que fueron cooptados y devastados por el kirchnerismo... Por ello, desde mi punto de vista el kirchnerismo no fue un "Estado social", como decís; fue la típica estrategia burguesa contemporánea: la copa derramó, en la abundancia (histórica). Eso en los primeros años. Los últimos años aparecieron los Proyecto X, represiones varias, devaluetas groseras, etc., etc.. En fin, no quiero extenderme. Simplemente me parece que hay que ser ideológicamente mucho más severo con el kirchnerismo, en función de su estafa ideológica, por más que el macrismo sea el diablo en persona, la derecha encarnada. Caso contrario, volveremos a tropezar con la misma piedra populista, y a sufrir una nueva decepción como sociedad. Y nunca pensaremos, por fin, el desarrollo (la "década ganada" fue la gestión del atraso).
También, y perdón x insistir, se habla de "profundización de la grieta" erróneamente, pues "la grieta" o el clivaje político, en rigor, fue el dispositivo discursivo específico de dominación del kirchnerismo. Y no veo que el macrismo apele a ello para gobernar.
Este tipo de separaciones societales se construyen desde el poder (rara vez desde abajo). Fue el poder anterior el que azuzó el clivaje pueblo/antipueblo. No Macri. Y aprovecho para aclarar: clivaje NO es sinónimo de desigualdad social; puede haber sociedades muy desiguales no clivajizadas. O sociedades más o menos iguales y muy clivajizadas x cuestiones religiosas, nacionalistas, etc. Si a alguien le interesa lo describí hace años aquí:
Gracias por ayudarme a pensar, Maristella