24/4/14

Problemas de empalme entre relato y realidad

Ayer a la tarde, el Gobierno nacional tenía programado dar a conocer los datos de pobreza del segundo semestre de 2013. Sin embargo, abruptamente el ministro de Economía, Axel Kicillof, levantó sin dar explicaciones la conferencia en que difundiría esos datos públicos. Esto es: de todos.
Hoy, bien temprano, en su habitual conferencia de prensa diaria en la que suele usar muchs palabras para no decir nada, el Jefe de Gabinete, Jorge Milton "Coqui" Capitanich, explicó -leyendo un papel, como nunca hace; como si repitiera un libreto- la grave omisión. Dijo que se debíó a "problemas metodológicos", "de empalme" entre la anterior forma de medición y la que se comenzó a implementar a comienzos de año.
Luego de ello, en declaraciones a Radio Mitre, la ex directora del Indec Cynhtia Pok sostuvo que "no hay nada que empalmar porque los datos que debían presentar corresponden al segundo semestre del año pasado, y el año pasado estabamos con la misma canasta. El Índice de Precios Nacional y Urbano no tenía nada que hacer ahí".
Para abundar en los detalles de este grosero bolazo del "empalme", recomiendo también esta nota de hoy del periodista Gustavo Noriega.

Pobreza Cero
Oficialmente, Argentina no sabe cuántos son sus pobres e indigentes. Difícilmente pueda atacarse un problema que "no se ve" o del cual se tiene una difusa dimensión.
La última dictadura juntaba los pobres en un camión y los tiraba en otras provincias. Es lo que hacía el general Antonio Domingo Bussi en Tucumán. O levantaba muros en las villas para ocultar los pobres. Aquí nomás, en la villa 31. El camino de ese ocultamiento lo mostró el intendente Cacciatore.
Los nuevos fascismos son más sutiles y simbólicos (pobre Bourdieu): levantan muros estadísticos.
Como diría Videla: No están ni muertos ni vivos, están desaparecidos... de las estadísticas públicas, los pobres. Invisibilizados, para usar una palabra que le encanta a los foucaultianos comentadores del gobierno nacional y popular.
El número que habría debido dar el Indec, luego de su lavada de cara, hubiera sido cerca de tres veces menos que el que estiman consultoras y organismos privados, esto es: alrededor de un 30% de pobreza real y cerca de un 10% de indigencia. Incluso son llamativos e incoherentes con el cálculo oficial los números que darían si se tomara en cuenta el Plan Precios Cuidados, como lo demostró el martes el periodista Marcelo Zlotogwiazda en TN. Puede verse el original e interesante análisis aquí:



En síntesis, lo que en rigor los K no llegaron a empalmar es el "relato" con la realidad. Pobreza Cero. Ni el menemismo se atrevió a tanto.
El kirchnerismo lo hizo.
Esto puede ligarse con otro hecho. En su cadena nacional de ayer al mediodía en la que relató las bondades de la "revolución ferroviaria", la presidenta de la Nación, Cristina Kirchner, aludió por tercera vez en la misma semana a "la herencia" que dejará el kirchnerismo, al "futuro" luego de 2015. Entre otras cosas, señaló con preocupación: "Que no vuelva el discurso privatizador". Fue la advertencia con la que nació, años ha, este blog y que pueden releer aquí.
Esta semana marca, claramente, un punto de inflexión en el "relato" oficial: CFK ya no sólo reescribe el pasado sino que ya se esfuerza denodadamente por escribir -inscribir- y apuntalar el futuro; un futuro escrito (de antemano): la bella herencia del kirchnerismo. Los modernos "bitrenes" que no tienen vías donde rodar porque los ramales siguen cerrados o porque las vías están deterioradas por la falta de inversión, la nueva Pobreza Cero, etc., etc., pero nunca el "hambre de agua" en la Formosa del gobernador K Gildo Insfrán, para citar sólo un caso emblemático.
Es así: en la fase de retirada del kirchnerismo, el "relato" se preocupa por granhermanear aquello que inevitablemente lo excede: el futuro. Así de ridículo, patético, y, en fin, autoritario.
Sin embargo, parafraseando al mítico "cuento más breve de la historia", el del dinosaurio del genial escritor guatemalteco Augusto Monterroso, podríamos decir:


Cuando se despertó, los pobres todavía estaban allí.

9/4/14

Relato puro: la cadena nacional del humor que hace llorar

Ayer la Presidenta de la Nación, Cristina Kirchner, violó flagrante y alevosamente la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. La Ley 26.522, famosamente conocida como "Ley de medios", impulsada por su propio gobierno. Concretamente, Cristina violó el artículo 75 de esa ley, referente a las situaciones que ameritan el uso de la cadena nacional. En la imagen que sigue se cita el mencionado artículo, que no deja lugar a dudas:


Hubo una situación extremadamente "grave" que ameritaba la cadena, pero no fue mencionada por la Presidenta. En efecto, el lunes, un temporal deja más de 1300 evacuados en todo el país, sobre todo en Neuquén. Sin embargo, el martes, la Presidenta hizo una cadena nacional desde Tecnópolis, no por los hermanos afectados sino presentando a un rapero y a un humorista que nos ofrecieron -por cadena, repito- su rutina.
El narcotráfico, la inseguridad, los linchamientos, la evaporación del salario en la mano de los trabajadores no son, evidentemente, situaciones "graves" que deban ser tratadas por cadena. Sobre ello, Cristina deslizó un tajante "Siempre tendremos problemas" que rememora el "Pobres habrá siempre" que con su habitual cinismo nos regaló Carlos Menem en los noventa.
Así, sin nada importante que decirle a todos los argentinos, Cristina interrumpió la programación de la cadena del desánimo para dar ánimo a sus seguidores con un rapero y un humorista. Y hasta ocurrió un intercambio grotesco y bizarro, más propio de Diego Capusotto que de quienes tienen las riendas del poder. El humorista filo K  Guillermo Selci hizo un chiste sobre La Cámpora:

"Tengo un amigo de La Cámpora, que antes le decíamos el Negro Ciruela, y ahora le decimos Blackberry", y como un resorte, los militantes camporitas empezaron a gritar, al estilo Capusotto:
"Che gorila, che gorila, no te lo decimos más, si la tocan a Cristina qué quilombo se va a armar".


Todo por cadena nacional, insisto. La voz de la Presidenta de la Nación, en ese intercambio (fue cuando dio comienzo formalmente la cadena), estuvo ausente; representaba, cabalmente, lo que viene demostrando desde el gobierno en los últimos años: no está, se fue. Desertó. Arreglensé ustedes. Y sí: ésta fue la cadena nacional de la deserción.

Humor, poder, Pueblo Uno
Puedo aceptar que un humorista se ría ácidamente de nosotros. Puedo aceptar que un humorista se ría de nuestras desgracias y hasta de nuestras tragedias y nuestros muertos. De Once, de los inundados de La Plata. El humor es una de las formas más duras y elocuentes de criticar al poder. Lo que no estoy dispuesto a tolerar es el humor complaciente de los humoristas del poder, que es en síntesis una de las formas que adopta el poder de reírse de su pueblo, alterando el sentido de la crítica. Los judíos riéndose de Auswitch constituyen una forma de conjurar y sobrellevar el horror. Si lo hiciera Hitler sería una afrenta imperdonable. Recuérdese, en estos pagos, el mal chiste de Daniel Paz de fin del año pasado sobre los cortes de luz.


Esta cadena nacional del humor de ayer consagra, finalmente, esa alteración del patrón de la crítica. No es función del Poder Ejecutivo hacernos reir, ni siquiera criticar. Su tarea es gobernar, e informar a la población sobre los actos de gobierno, transparentar los gastos públicos para que la opinión pública debata sobre ellos con datos. Ninguna de estas tres cosas hace el gobierno de Cristina, que no termina de aceptar que simplemente es nuestra representante, un mero servidor público que mañana dejará el lugar a otro..
"En el fondo todos somos uno", dijo en la cadena nacional del humor. Éste es el nudo gordiano de la manipuladora falacia populista y de todos los regímenes autoritarios, en fin. Pues ése "pueblo uno" (descrito críticamente por Ranciere o adulatoriamente por Laclau) es encarnado ni más ni menos que por el líder. Por Ella. Y no. Lo lamento pero yo no soy usted, señora Presidenta. Ni quiero serlo.
Declamación personal al margen, la de ayer ya se se ha ganado el título de la más insólita cadena nacional de la historia de la comunicación política argentina, en la que la Primera Voz, la que anuncia los actos de gobierno, no habló, y cedió el micrófono a un humorista.
Asistimos, como diría Máximo K, a un simulacro de gobierno. Hace tiempo.
Relato puro.

8/4/14

Un país al margen de la Ley (Linchamientos II)

Intento de linchamiento en Posadas, Misiones, ayer

Ayer hubo otro intento de linchamiento en Posadas, Misiones (foto), en una saga de barbarie que duró varias horas.También hubo otro linchamiento en Merlo, provincia de Buenos Aires. Y otro en Santiago del Estero. Más de una docena de demostración de que efectivamente "la patria es el otro" en apenas 20 días.
Muchos, muchísimos, aparecen exaltados por las redes sociales, demostrando su alegría porque "el pueblo se hace cargo de la delincuencia", y cosas así. No es menor el rol que juegan los medios en casos tan sensibles a la opinión pública como estos. Dejo, al respecto, esta interesante nota de Sebastián Lacunza: "La turba y los medios, seducción mutua".
Volvamos al tema de este breve post: el auge y el festejo de la barbarie. Amigo de clase media: cuando cuestiones a los piquetes porque no te dejan circular con tu tutú nuevo x las calles, te voy a recordar que te alegraste y apoyaste los linchamientos, que se rigen por la mísma lógica berreta de la justificación para evadir la ley.
El debate por los linchamientos se acaba en un minuto, con el código penal en mano: pena por robar un reloj + pena por linchar un cristiano. Cúmplanse ambas en serio y a ver quién sale a robar, y quién sale a linchar.
Insisto en esto: en términos argumentativos, la justificación de los linchamientos es a la clase media lo que los piquetes a los desocupados. Justificar los linchamientos por el hecho cierto de que el "Estado está ausente" es igual a legitimar los piquetes porque la situación social es grave, cosa también cierta. Y así en este ispa, desde abajo, desde el medio o desde arriba, sigue rigiendo la misma lógica berreta que encuentra motivos para no cumplir la Ley. Para vivir, como decía Carlos Nino, al margen de la ley.

Acuarela: "Animales sueltos" (Luis Scafati)

Aunque suene a obviedad, la Ley está para ser, primero, respetada (repito: valorada, respetada como la forma elemental de convivencia en las sociedades complejas) y, luego, cumplida. Hay que empezar por ahí: por dar señales de que la Ley está para que la cumplan todos. Los populismos son, claramente, todo lo contrario a esto. La señal que dan los tres poderes del Estado, empezando por el Ejecutivo, es que la ley está para ser ingeniosamente burlada y evitada. Y bien, mientras la Ley valga un pedo (porque "no hay trabajo", porque "los chorros entran por una puerta y salen por otra", o simplemente porque soy un gobernante poronga) discutimos giladas; y dale que va.

31/3/14

Linchamientos, de la evaporación del Estado a la justicia por mano propia

Joven confundido con un ladrón y golpeado brutalmente hoy en Rosario
No cuenten conmigo.
Linchamos al que roba un celular, o mata una anciana. Ignoramos al que se roba un país y condena a generaciones a la miseria y la ignominia. La Argentina draconiana que supimos conseguir en esta década. Gracias, Mamá Cristina.
En rigor, ni siquiera somos draconianos. Dracón proponía las mismas severísimas penas al que robaba una gallina que al que mataba a otro ser humano.
Este post no tiene el cuidado y tiempo de escritura que merecería, pero quería expresar aquí esa postura: No cuenten conmigo.
Permitanmé una alocada asociación en este lamentable tema de los linchamientos, especie de justicia por mano propia del Neanderthal. Yo no descartaría tener en cuenta el fenómeno "Pablo Escobar, El Patrón del Mal". La observación no viene de mi mente febril, sino de un comentario que le escuché a una persona mayor, de quien recibí muchos de mis valores más nobles como el respeto a las ideas del otro, y aún de la vida de los demás. Una persona no sólo pacífica, sino lúcida, consciente de que en el "todos contra todos" y en el "ojo por ojo", los que pierden son los que menos recursos tienen para defenderse.
Esa persona me dijo, mientras veía "Escobar, el Patrón del Mal": "Acá tiene que venir un Escobar que se cargue a todos los políticos chorros. No puede ser que se afanen el país y que nadie haga nada, que un juez acepte presiones del Ejecutivo como si nada. Pagando con la vida es la única manera que los que nos gobiernan van a aprender que con nosotros no se jode. Mientras tanto, dale que va".
Este razonamiento derrama, por cierto, a toda la sociedad. Y ahí están los linchamientos que se vienen sucediendo -Rosario, Palermo, Rosario otra vez, General Roca (Río Negro)- Córdoba y La Rioja- para atestiguarlo: nueve casos en nueve días. Si el Estado se fue y los gobernantes no cumplen su función de representantes del pueblo, y sólo estan allí para hacer negocios con total impunidad, la conclusión es obvia: estoy solo. Y, en esta Argentina miserabilizada, "solo" es "solo contra los chorros".


No hay linchamientos "de derecha" o "de izquierda". Un linchamiento es un acto cobarde y fascista. Y sin pretender caer en analogías fáciles, creo que hay una línea que va de los saqueos a los linchamientos. Así como una que llega allí desde la delación institucionalizada que en definitiva es el Plan Mirar Para Cuidar. Pues el Mirar para Cuidar no es más que la aceptación del Estado de que no es capaz de controlar la inflación; la economía, en fin. Todo tiene que ver con todo.
El linchamiento es la respuesta bruta(l) del ciudadano de a pie a ese abandono del Estado de cumplir sus funciones básicas (el neoliberalismo es el estadío actual del capitalismo; cada vez está más claro). Si el Estado no da señales de combatir el delito -y hasta incluso muestra lo contrario, en este ridículo debate de reforma del Código Penal que propone rebajar penas, sosteniendo que la cárcel no sirve para nada- y respetar la vida de todos, la "sociedad civil" emite, sin más mediaciones que la de sus propios y concretos puños y patadas, la señal. Pero la señal obra sobre la vida, o la muerte, del otro: la señal que se emite es la guerra. La señal es que ya no hay sociedad, que ya no hay comunidad posible. Que el eslogan oficial "La patria es el otro" es un insultante chiste del poder.
Si la vida no vale nada, imagínense la palabra... ¿O habría que pensarlo al revés, y en una relación causa efecto? En efecto, consecuencia de que la palabra no vale nada (la Constitución es nuestra máxima palabra dada, pactada), la vida no importa nada. Y es claro: en ese cuadro que pintamos todos también perdemos todos.
Pobreza miserable y riqueza que se junta "en pala"; anomia total y desigualdad social. Los extremos conviven en esta Argentina que relata una "década ganada" pero esconde los números estadísticos que confirman la miseria que se ve por todos lados. En esta Argentina que entre la corrupción del poder y el dinero fácil del narcotráfico se encamina a velocidad crucero a la descomposición social total; una panorama nada distinto del que se avisoraba en los noventa, y más aún en 2001.
Las señales, en fin, que la sociedad civil emite a la clase política por su abandono representativo, por su ombliguismo cortoplacista y mezquino, son peligrosas. Y nada "progresistas". Al contrario: estamos involucionando.
Tal vez eso envalentonó a Cristina Fernández, Presidenta de la Nación, a decir por cadena nacional que "la violencia genera violencia" (frase que ya había utilizado para defender la represión de Maduro al pueblo venezolano) y que se necesitan "miradas y voces que traigan tranquilidad". En buen romance: la culpa del odio creciente y de la miseria -que también genera odio- la tienen los medios. Y Sergio Massa, claro. Cristina parecía, en su cadena, presidenta de Suecia, y recién asumida y no hace 12 años (o hace 25, sin tomamos como referencia al partido de gobierno).
El hombre es un animal político, como sabemos desde Aristóteles, y la política es la forma más sublime y civilizada de resolver la multiplicidad de intereses que afloran en las sociedades cada vez más complejas en que vivimos. La Argentina animalizada de los linchamientos parece poner en duda ese saber elemental que el hombre ha aprendido hace más de 2500 años. La Argentina animalizada de los lichamientos evidencia, en primerísimo plano, de defección de la clase política toda, y la decepción y desesperanza del argentino medio respecto de su propia tierra y sus propios... ¿hermanos?
El linchamiento no es la respuesta a nuestros problemas.
No cuenten conmigo para ello.

15/1/14

Obviedades

Hace años que, desde este blog, quien suscribe viene "provocando" con la abrumadora cantidad de "coincidencias" entre menemismo y kirchnerismo, o menemkirchnerismo; eso que hoy para el común de los argentinos mínimamente formados e informados es la más obvia de las obviedades, como dice el constitucionalista Roberto Gargarella en Perfil del domingo pasado, en el artículo que ilustra este posteo (el primer posteo del año del Mundial, señores).


Menemismo y Kirchnerismo: el mismo cinismo del poder, la misma corrupción -con distinto método-, la misma asesina ausencia del Estado (o presencia selectiva, en rigor).
El de Gargarella es un texto digno de recuadro. Y de recuerdo. Por eso quiero dejarlo consignado en este espacio. No sin dejar de notar que, con todo, Gargarella olvida que también la estructura jurídica del Estado es la misma de hace 20 años, fruto del famoso paquete de primeras 20 leyes madre (reforma administrativa y financiera, etc) acordado entre el radicalismo saliente y el peronismo entrante al poder, que dejó un Estado podado e incapaz, por más empresas estatales y servicios públicos (o Kajas) que hoy se hayan "recuperado", como se cacarea desde La Cámpora y demás benefactores del calor del poder. Lo decimos una vez más en este blog: reestatizar no es capacitar al Estado.
Destaco, por último, el que Gargarella haga tanto eje en algo que desde aquí también marcamos (por su ausencia) y que es la contracara del clivaje político (ver post "El clivaje político: la peor herencia K") que revivieron los K en estos años de gobierno para acumular poder: la fraternidad. Recuperar la confraternidad entre hermanos será una tarea que llevará años a las próximas generaciones de dirigentes argentinos.
Aquí, el link al artículo publicado en Perfil.