"Los marxistas votamos a Scioli", sostuvo, categórico, el pensador marxista (?) Atilio Borón, poniendo en evidencia la desesperada campaña del kirchnerismo para descontarle de donde sea puntos a Macri para el próximo 22. Ahora apela o intenta interpelar a la izquierda que siempre ninguneó o basureó.
De tantos sapos que tragó, Atilio ya se convirtió en uno. Y, como buen hegeliano: la cantidad se terminó convirtiendo en calidad. "Los marxistas votamos a Scioli", junto con los posmarxistas (el finado Laclau, et al) que destruyeron al marxismo. Qué cambalache ideológico y epistemológico, Atilio.
"Los marxistas votamos a Scioli" II. Caso Omar Acha (historiador)
Me crucé también con este texto en el que el historiador Omar Acha también postula, rotundo: no tanto Scioli... pero sí "Contra Macri", intentando establecer un criterio de "demarcación" por la negativa: algo típico de las cientos de variantes de la izquierda que hay en Argentina, que de tanto demarcar se viven desmarcando. En principio, el texto es valioso. Reconozco el esfuerzo por pretender diferenciarse del boronismo e izquierdas K varias. Pero, ¿se diferencia? Veamos.
"Populismo frustrado" o "neoliberalismo de ricos" es la dicotomía o péndulo actual que observa Acha. Y lo dice desde la izquierda. ¿Qué izquierda? Desde alguna izquierda del amplio espectro de la "izquierda nacional" argentina, esa que siempre tiene la tendencia a caer en las trampas discursivas y prácticas del peronismo. ¿Acaso el neoliberalismo -si bien no el ortodoxo menemista- no gobierna? ¿Acaso el Estado no sigue tan ausente como en los 90? ¿Acaso los que cacarean soberanía, putean a los "gorilas y cipayos" no entregaron la cordillera a la Barrick, la Patagonia a China, YPF a Chevrón, la soberanía jurídica a Iran vía memorándum, y la pampa húmeda regada con el glifosato a Monsanto? No hay tal dicotomía porque hoy populismo y neoliberalismo coinciden, empalmados.
Al fin y al cabo, pues, Acha es otro que dice "los marxistas votamos a Scioli". ¿En esto está la "izquierda argentina"? No. Pero veamos sus argumentos. Para Acha, el kirchnerismo es o fue "reformista". Holaaaa. No conservaor, no bonapartista, no el representante más lúcido de la fracción más lúcida de la burguesía vernácula. "Reformista". Se van el 10 de diciembre con un -ni siquiera público y oficial- nivel de pobreza y una brecha de desigualdad ricos/pobres y con un nivel de concentración, primarización y negreo de la economía similares a los de los odiados 90 pero son "reformistas". Curiosa "demarcación". ¿Las banderas de ese "reformismo"? Bueno: Acha hace malabares para nombrar dos simbólicas o "culturales" y tan sola una económica:
+ los derechos humanos (o lo que con una investigación detallada y valiente el periodista Luis Gasulla ha denominado "el negocio de los derechos humanos")
+ los muy loables derechos a la identidad y la diversidad sexual (a la sazón, uno de los más fuertes sostenes de la militancia k)
+ la cazapobres AUH (la otra pata de la militancia nac & pop; idea por lo demás, y a no olvidarlo, propuesta allá por los 2000, en plena crisis "capitalista", por el FRENAPO y la hoy principal socia de Macri, Elisa Carrió)
A esto se limita el "reformismo" k. Nada sobre el aborto, por caso. Desconocimiento de la atroz problemática de los pueblos originarios. Nada sobre el agronegocio. Y esto es central, ya que toda la clase política concuerda en esto último: explotemos la soja aunque se deterioren los suelos, porque el "yuyito" es el que trae los "verdes" para financiar al Estado y la siempre por venir reconversión de la economía nacional hacia la vía del "desarrollo" (industrial).
En fin. Esta es la modesta "ganancia" popular a la que el kirchnerismo fue, progresivamente, subiéndose -DDHH, diversidad, Ley de Medios y otras "gestas"- para generar legitimidad. No olvidar que los derechos por la diversidad y la AUH vinieron sólo después de perder la "batalla contra el campo oligarca", cuando Néstor amagó con abandonar el poder. Por lo demás, cada tópico que Acha repudia del macrismo tiene su correlación K no mencionada. Ejemplo: la "revolución de la alegría" versus el "Amor, amor amor". "Amor sí, Macri no"!
Es por este tipo de visiones que, como ya lo expresé en el último post de mi blog, me parece más dañina, contrariamente a lo afirmado por Acha, una derecha disfrazada de progre que una derecha clásica que tenga los huevos de asumirse como tal. Por todo este poder duro y blando que acumuló el kirchnerismo (al que, a no dudarlo, Acha contribuye con su texto) es que creo que el PRO sería un gobierno de derecha menos poderoso, más contenido, que una continuidad sciolikirchnerista, en función de todo el poder acumulado (formal e informal; de recursos y de prácticas, contactos, silencios comprados, etc., etc., etc.) en estos 12 años.
Acha considera acríticamente al kirchnerismo como "descendiente del 2001-2002" pero olvida que fue quien consolidó, por derecha, el cierre de aquella crisis (oportunidad) que (oportunamente (!)) llevó adelante Duhalde; entre otras cosas cooptando, silenciando y subordinando a todos los movimientos sociales y nuevas formas de expresión que fueron surgiendo en los 90, de las cuales las más novedosas e interesantes fueron aquellas experiencias de autogestión que buscaban "pensar sin Estado" (no desde el liberalismo, sino desde un autonomismo de izquierda, claro está).
NUNCA la "clase dominante", para usar las categorías del paradigma en el que se mueve cómodo Acha, recibió tanta transferencia de recursos como en la "década ganada", que termina con el capital financiero como principal actor ganador, igual que -¡ay!- en los 90.
Por eso, más que desde un costado económico, me ha interesado abundar anteriormente y hoy en el análisis desde la política, y es que les propongo leer y entender este texto de Acha con esta breve entrevista a Ana María Mustapic. Se nota el agujero cuando la correlación de fuerzas político-institucionales está ausente en el análisis.
Un punto de formidable y luctuosa actualidad. En su nota, Acha refiere a los casi seguros alineamientos regionales de un eventual gobierno de Macri: la derecha colombiana y la ultra libremercadista y pro yanqui derecha mexicana. Muy cierto. Pero omite cuidadosamente referir a los actuales alineamientos regionales e internacionales de Argentina: la ya indudable dictadura venezolana, el comercialmente agresivo imperio chino y la retrógrada teocracia iraní. Con un agregado no menor: en menos de 20 años Argentina pasó de ser el alcahuete N°1 de Estados Unidos al contexto actual mencionado sin olvidar que esa increíble vuelta carnero política de 180 grados la llevó adelante el mismo partido político: el peronismo que hoy defiende Acha. Un sistema de partidos estable, una república estable y donde oficialismo y oposición sean fuertes, donde no haya "partido predominante" puede conducir más exitosamente a políticas externas de Estado más duraderas y coherentes y representativas del interés nacional en el exterior, antes que el interés de los gobernantes de turno.
"Peronismo de izquierda"
Acha se lamenta de que la derecha se afiance como alternativa de poder y ya no tenga que apelar al contubernio con el peronismo (así como años ha esa derecha no dudaba en apelar a las fuerzas armadas). "Políticas enturbiadas por los compromisos peronistas", lo llama. Precisamente en ello yo veo un motivo para festejar: este peronismo que gobernó en esta década es el tan mentado "peronismo de izquierda" (sí, gente: era esto, eh; más no hay; dieron todo lo que tenían para dar), que de izquierda no tiene nada: es otra opción de derecha, pero disfrazada. Yo corro esa demarcación que hace Acha de la derecha al peronismo: enturbiado con compromisos de izquierda.
Antonio Gramscioli, según el imaginario kirchnerista
La consolidación del PRO tendría, para mí, ya lo señalé en el anterior post, el benefició de la constitución formal de un espacio representativo de todo el sentir liberal y/o de derecha en el sistema político argentino. Frente a él estarían los dos partidos tradicionales y de masas (otrora), ubicados al centro-derecha: peronismo (y sus variantes) y (pan)radicalismo, y en el otro extremo la izquierda clásica. Dejo deliberadamente de lado varios espacios sinuosos y con representación variable pero por ahora relativamente menor, aunque podrían ubicarse también en el centro tanto en el peronismo como en el (pan)radicalismo (Libres del Pur, Proyecto Sur, el llamado "socialismo" que no es más que una socialdemocracia liberal, etc.). Las ubicaciones pueden variar a gusto del consumidor pero el equilibrio de fuerzas que se lograría me parece evidente.
"Incluso si (Scioli) quisiera ser un nuevo Menem y lanzarse a un gobierno neoliberal, la heterogénea composición de su fuerza social le planteará límites", dice Acha. ¿Lo dirá por el lumpen (la categoría aplica, no es un insulto) Luis D'Elía, que ya garrocheó hacia Vidal en provincia? El ambiguo abanico del "campo popular" tal como se articula alrededor del kirchnerismo es, lo digo una vez más, de derecha, nacionalista y católica (aunque con verguenza, en muchos casos), autoritaria, revestida o "empapada" de pueblo. No mucho más. En tal sentido, algo similar a lo que afirma Acha pero sin el "maldito" componente popular podría decirse de la composición de fuerzas alrededor del PRO (esto es: la alianza Cambiemos) que ciertamente es una coalición y es de esperar que la parte de los dirigentes que la integran y que ya integraron la ALIANZA que gobernó con De la Rúa (la otra parte de esa ALIANZA está en el poder HOY) haya aprendido de la experiencia funesta de su paso por el poder al pretender gobernar con mano de hierro un espacio que constituye su legitimidad multipartidariamente.
En fin. El historiador, imposibilitado de esconder lo evidente, termina su arenga homologando bastante Macri a Scioli. Es por ello que, desde mi punto de vista, el aspecto republicano del reparto de poder se vuelve central. El escenario es dilemático y subóptico en las dos opciones. Pero sostengo que, con Macri, el poder (de daño de una de las dos derechas en pugna) estará más equilibrado y contenido que con Scioli. Es muy propio del análisis politológico la cuestión de la herencia, del liderazgo y la sucesión. El kirchnerismo -su mezquindad, su proyecto de poder revestido de un proyecto de país- es enteramente responsable de haber llevado a la sociedad y a la dirigencia política toda -pues se dedicó sistemáticamente a esmerilar a la oposición; algo a lo que muchos intelectuales consideran un mérito- a desembocar en estos dos candidatos que van al balotaje, uno de los cuales conducirá el país desde el 10D. Esto no puede quedar al margen del análisis. En efecto, después de Rosas y de cualquiera de las dictaduras que sufrimos, Néstor y Cristina Kirchner fueron los presidentes democráticos argentinos que concentraron la mayor suma del poder público de la historia del país. A no olvidarlo. No puede advenir un "socialismo desde abajo", historiador, desde allí.
En fin, por todas estas confusiones y/o buenas intenciones es que yo prefiero "contaminarme" con el "lodo genéricamente derechista" y apostar a que un gobierno de Macri expurgue suciedades y taras ideológicas del sistema de partidos argentino, reconfigurándolo establemente en un republicano esquema de oficialismo y oposición y ya no un insoportable y casi eterno "partido predominante" peronista (hoy en su versión falsamente nacional y ridículamente popular) como el verdadero "mal menor" a que podemos aspirar en la presente coyuntura política.
La izquierda clásica y el voto en blanco
Por último: entiendo perfectamente el voto en blanco de la izquierda. Considero que pedirle que vote a Macri con mis argumentos es tan ridículo y fuera de lugar como hacerlo con los argumentos del historiador Acha. Aprovecho para aclarar que en mi anterior post jamás intenté convencer a la izquierda clásica -ésa que electoralmente simpre saca cerca de un 5%, y que en la última elección bajó a un 3,6%- para votar a Macri sino a los simpatizantes de la centroizquierda, el "progresismo", el "socialismo" entre comillas, el espacio político que en 2011 se ubicó como segunda fuerza electoral detrás de CFK con un 20% de los votos nacionales, y que esta vez obtuvo menos votos que la izquierda-izquierda (que el FIT) y tan solo unos miles de votos más que el voto en blanco.
Con todo, en fin, aunque este balotaje no parece ser el caso, quiero terminar recordando que gracias al voto en blanco de la izquierda ganó Rodríguez Larreta en CABA hace poquitos meses nomás, y que de ganar Macri, y siendo ya gobernadora Vidal, un gobierno porteño conducido por el no PRO Martín Lousteau hubiera dado un poco más de poder interno y contrapeso a esa eventual coalición gobernante a partir del 10 de diciembre.
Creo, para finalizar, que lo que se juega en lo que viene es, más que un "Contra Macri" como propone Acha (lo que tiene por otra parte sus curiosos beneficios; pienso en el "contra Menem estábamos mejor"), un claro "Contra el autoritarismo, contra el clivaje político y contra la concentración de poder que floreció azuzándolo".
Y ciertamente, sea Scioli o sea Macri, lo que viene no será fácil para quienes razonamos política e ideológicamente como Acha o como quien suscribe.