9/9/11

Un milagro para la oposición II

Hace dos semanas, el gobernador santafesino y candidato a presidente por el Frente Amplio Progresista (FAP), Hermes Binner, señaló que “el siglo XXI es del socialismo; los otros partidos son del siglo pasado”. El viernes último, el radicalismo de aquella provincia emitió un comunicado en el que rechazó "la visión hegemónica" de Binner, y su "postura paternalista y desmerecedora del resto de las fuerzas" frentistas.
Un atendible reclamo, por cierto. Desde mi punto de vista, sostengo que el "socialismo" no es el FAP, ni el FAP es solo el "socialismo". Cosa que los "socialistas" (o socialdemócratas sin comillas) no parecen ver. Digo esto porque me parece que, comparta ideológicamente o no, el FAP puede ser un gran instrumento político para el crecimiento de una nueva fuerza política que supere al bipartidismo argentino. Pues el medio pelo argentino no es ni "socialista" ni -menos- socialista a secas. Insisto: los socialistas del FAP se siguen pensando como socialistas en su fuero interno; así como cada fuerza del FAP mira su costado, contando las cartas que tiene para octubre, al encolumnarse detrás de Binner.

Binner seguirá subiendo algunos puntos más en las encuestas, casi por inercia. De hecho, una encuesta difundida recientemente ya lo ubica segundo con 16 puntos, detrás del imbatible 51 por ciento que posee Cristina, y lejos de los casi 10 puntos que acumula Ricardo Alfonsín y los deprimidos ocho puntos de Eduardo Duhalde.
Pero algunos ya empiezan a trasladar la pregunta que se planteó la noche misma del 14 de agosto sobre su futuro personal al propio FAP: ¿qué hará Binner el 11 de diciembre, cuando ya no ejerza ningún cargo? ¿Volverá al ejercicio de la medicina, como confió el gobernador electo Antonio Bonfatti a Clarín esa noche? Más allá del interbloque en el Congreso presentado en público hace dos semanas, ¿qué pasará con el FAP después del 23 de octubre?

Por su parte, el candidato a presidente por la UCR, Alfonsín, minimizó la respuesta del radicalismo santafesino a Binner, en desmedro de su partido. Pero a los pocos días -esta semana- dio marcha atrás y sostuvo que las declaraciones de Binner constituyen "destrato, una desconsideración difícil de comprender".
Hoy, Alfonsín cree que "disputa el mismo electorado que Binner". Sin embargo, hasta ayer nomás creía lo contrario. Y por eso se alió con el peronista Francisco De Narváez para disputar electorado por derecha. Le fue mal.
Ahora pega un volantazo y cambia de barco a mitad del océano: ahora quiere disputar por izquierda cometiendo un doble error: realzar la figura de Binner, al pegarle, y rebajarse él mismo al poner más énfasis en Binner que en la Presidenta, mostrando implícitamente que él mismo asume el derrotista "Ya ganó" (Cristina). La pregunta es: ¿quién lo asesora en la estrategia de campaña?
Por cierto que el razonamiento aplicado a Binner vale para el hijo del primer presidente de la vuelta de la democracia: ¿qué pasará con Alfonsín luego de octubre? ¿Quién liderará, si es que la hay, la "renovación" del centenario partido luego del previsible mandoble electoral?
Escuché a un colega dar una visión interesante sobre las PASO: "Los políticos argentinos nunca entendieron el sentido de las primarias. Si lo hubieran hecho, habrian llegado a ella de otro modo, en alianza o no, pero disputando una verdadera interna, y seguramente el ganador habría salido fortalecido de ella". Pero si a esta visión estratégica la sazonamos con la mezquindad y la miopía habituales en la política criolla, comprenderemos mejor por qué las cosas se dieron como se dieron.
Como fuere, con estos pasos en falso, la ironía del "milagro para la oposición" (ganar las elecciones) con la que jugué en este post del mes pasado se aleja cada vez más del "milagro" terrenal que describe la filósofa política Hannah Arendt, un milagro bien humano, fruto de la "acción" del hombre (inesperada, libre, imposible de preveer, pero absolutamente humana y plausible), para constituir, casi fatalmente, un verdadero milagro extranatural.

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