26/2/12

Constitución versus Once

Constitución y Once. Dos barrios porteños. Dos importantísimos centros de circulación y transbordo diario de laburantes de la Ciudad y el Conurbano. Pero también constituyen un interesante juego de palabras con gran peso específico en el juego político argentino. Veamos.

En primer lugar, (la reforma de la) Constitución -con la burda excusa de cambiar del presidencialismo al parlamentarismo- es, desde hace un tiempo, pero fundamentalmente después del tan mentado 54% obtenido por Cristina en las presidenciales del año pasado, el emblema de la continuación del proyecto K, del peronismo versión "nacional y popular", de la Revolución en marcha, del "piso y el techo" zanatteliano, de las transformaciones que el Relato Oficial pregona a través de todos sus tentáculos mediáticos. Y todo eso que ya conocemos bien. El mundo virtual, en fin.
En tanto que (la masacre ocurrida en) Once esta semana representa cabalmente al modelo en la realidad: no el relato, sino los hechos que cada día lo desmienten. Once es la manifestación más crudamente triste y luctuosa de un Estado que no existe, que no controla, que no mira al futuro del país (más allá de la propia continuación en el poder de sus circunstanciales ocupantes).
Once es la muerte -por implosión- del Relato K.
Once, el Cromagnón de los K, tiene muchos sinónimos que ya conocemos; una cadena de significantes que también nos viene de la década del noventa, pero que el Relato Oficial ha sabido inteligentemente conjurar, alejándose de ella en el discurso, pero sosteniéndola férreamente en la práctica (política). Once es capitalismo de amigos, neoliberalismo, Estado vaciado, Estado bobo, Estado incapaz, Once es corrupción pública, y privada, Once es cortoplacismo populista. Once es subsidios al capitalista para sostenterle la ganancia sin invertir absolutamente un peso en infraestructura (total, el Estado no controla, ni sanciona), mientras repartimos un poco para que parezca que somos "nacional y populares", "redistributivos", pero en realidad sostenemos el mismo porcentaje de pobreza e indigencia que en los noventa.
Once es la continuación de la reforma del Estado de los noventa, pero parcheada. Once es los noventa con otro relato.
Once es, también, en fin, la muestra de lo que pasa cuando se busca acallar periodistas, artistas, opositores, jueces independientes, sindicatos democráticos, organismos de control estatal y de la sociedad civil, y toda la larga lista de voces críticas que pueden surgir en una poliarquía (en una democracia madura, digamos). Cuando por método de discusión se empieza planteando la impugnación de la "pretensión de validez" (la palabra, en fin) del Otro -porque el otro es El Mal, es "gorila", es "destituyente", es "el antipueblo"-, lo que pierde es el debate, es el pensamiento libre, y es la posibilidad de avistar un error o un mal funcionamiento institucional o social y de cambiarlo, mejorarlo.
Así, en síntesis, es la acción política la que se resiente, y es la república la que termina obturada, abroquelada en un pequeño "nosotros" que olvida el interés general en pos del interés del grupo (y esto implica desde los funcionarios con poder a aquellos minúsculos burócratas que se aferran al poder para conservar su sillón).
Once mata. Y lo que es peor: seguirá matando laburantes así como mata simbólicamente, en las palabras, al Otro. El desprecio que vomita la palabra oficial tiene, tarde o temprano, su correlato en vidas.
No hay que olvidarse de Once.
Por lo demás, respecto de la intención de reformar la Constitución, la bandera a levantar debe ser la de empezar a cumplir la que existe. Que exista un presidente legitimado sólo por el voto popular, un presidente fuerte, con controles republicanos, pero fuerte (única forma de realizar cambios políticos). Hoy no tenemos un presidente fuerte. No se confundan. Tenemos un presidente extralimitado, y sin controles. Que no es lo mismo. La lucha sigue siendo la misma: cumplir con la ley, cumplir con la Constitución. Y eso requiere de un cambio cultural, no de un cambio de régimen de Gobierno. Cualquier politólogo sabe que ese tipo de fórmulas no es matemática. Que el mero hecho de que aparezca una nueva ley no genera, per sé, nuevas conductas. Y es más: que está destinada al fracaso si no pondera los elementos culturales, de tradición de ejercicio del poder. Una vez más: que no nos cambien la bocha.
Desde ahora, o desde el momento en que los militantes y funcionarios kirchneristas abandonen el silencio vergonzoso en el que se escondieron -porque crean que la bronca pasó-, y vuelvan a proponer (la reforma de la) Constitución, los ciudadanos, periodistas y políticos que se preocupan por el incesante deterioro republicano que vive el país debemos recordarles (la masacre de) Once.


6 comentarios:

  1. La Depresión política y la necesidad de negar todo nos lleva a la imposibilidad de cambiar nada...ya todo depende de la suerte, otra masacre y se caen todos,hasta la Opo... o sube la soja a 500 U$ y pagamos indemnización a todas las víctimas y les regalamos una casa...
    estamos mal, como hacemos para mejorar?...no?...un plan inteligente por favor!
    Atte/

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  2. He leído tus últimos escritos en el blog; te hablo desde una posición opuesta a la que pregonas; te hablo desde la militancia peronista, para que no entremos en especulaciones. Hay un par de cuestiones que comparto, así y todo, en tus entradas. Creo que estaremos de acuerdo en la necesidad imperiosa de un fortalecimiento definitivo de "nuestro" Estado Nacional. Y resalto nuestro, porque me refiero, a toda la sociedad argentina. Digo, después del desmantelamiento total de las capacidades estatales, del descalabro económico sin precedentes que sufrió el Estado Nacional, del embate ideológico extranjero, global si se quiere, al que se vio sometido con las nuevas ideas del fin de las ideologías, aceptadas pasivamente, casi anestesiadamente por TODA la sociedad argentina en los 90, salvo nobles excepciones, digo todo esto, y pienso, estamos de acuerdo, creo, en la necesidad de reconstruir el Estado; aunque no creo que todos estén de acuerdo. La historia, tiene a flor de piel esa travesura latente, de repetirse. Yo creo que atravesamos algo que ya vivimos; el tema es como estamos los argentinos para el desafío. Divididos. Como siempre, y eso ¿quién lo cambia? Vamos al caso. Once, no es Cromagnon, ni viceversa. Son casos distintos, tal vez con circunstancias comunes: desidia estatal sumada a enclaves de corrupción y codicia empresarial ilimitada, impúdica y asesina. Claro que cuando hablamos de lo público y lo privado, siempre lo público en este caso, tiende a convertirse en el foco de las miradas acusadoras implacables, y la parte privada, la empresa tiene su blindaje; aquí, mas allá de procedencias militantes y simpatías políticas momentáneas, todos pedimos justicia y castigo a los responsables políticos y empresarios. Por eso no acepto tu descarga de que "el relato k" es el asesino, o de un presunto "silencio vergonzoso", porque funcionarios, militantes y simpatizantes, se han expresado en multiplicidad de espacios sociales, no me refiero exclusivamente al acotado mundo de internet, sino a los espacios sociales en los que realmente, aunque a vos no te parezca se debate y mucho. Claro, si reducimos las expresiones de los funcionarios como Schiavi, al que se le ha pedido a través de diversos comunicados de agrupaciones, su inmediata renuncia y juicio, nos quedamos con el silencio vergonzoso. Por otro lado, noto algunas cuestiones en torno al relato y en torno a la definición de la identidad política del kirchnerismo, que veo, te tiene algo molesto. ¿A qué te referís específicamente con "el relato k", al cual automáticamente descartás, o le quitás entidad? Digo, el relato; ¿no hay históricamente una lucha por la apropiación del relato? ¿Vos con tus intervenciones, totalmente válidas, no estás tomando parte en el intento por la imposición de un relato?

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  3. Yo creo en la construcción de la historia socialmente determinada de acuerdo a las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales. Entonces, durante años de mi vida, viví bajo un relato único, parcial y unánime. Un relato de voces calladas, silenciadas, proscriptas y desaparecidas en el acto mas aberrante que pudo haber tolerado una sociedad. De repente hoy ese relato se resquebraja y la experiencia popular (no populista, como les gusta a los politólogos, busquen otro concepto, que el tiempo pasa)digo la experiencia popular hoy, aunque te cueste creerlo, no pasa por: o sos k o sos anti k; o sos pueblo o sos antipueblo; no es así; hay sectores a los que les resulta cómoda la posición intelectual, y se alejan de cualquier manifestación popular que los invite, para conservar su supuesta neutralidad científica o filosófica; otros toman partido; la experiencia popular pasa por la recuperación de ciertas banderas históricas, que hoy tienen lugar, y que antes no lo tenían; la experiencia popular y nacional, términos que noto, no te complacen, es una trayectoria histórica, una matriz, que se fue construyendo a través de los procesos históricos; a la que podes adherir o no, sin dejar de ser argentino y parte del pueblo; las chicanas entre militantes políticos, harán de estas definiciones, el folklore de la política, pero de ninguna manera es un acto de atentar contra el pensamiento libre, porque por lo menos las personas que intentamos ir un poco mas allá de las realidades inmediatas, buscamos, investigamos, nos autorreferenciamos, nos criticamos, y vamos construyendo identidad política, sea peronista, kirchnerista, radical o progresista. Lo Nacional y lo Popular, a mi no me queda para nada grande. Para mi es mi adhesión a la conjugación entre el pensamiento velado y tapado durante años como Jauretche, Sacalabrini, Manzi, Abelardo Ramos, y muchos otros, con las gestas populares del yrigoyenismo, del peronismo, del 17 de octubre, de la resistencia peronista, del luche y vuelve, de la juventud peronista revolucionaria desaparecida: la conjugación del pensamiento nacional, del pensar los problemas del mundo en argentino, como diría el gran Arturo, y de las luchas políticas cuyo núcleo principal fueron los trabajadores: el relato al que vos te referís, creo que es coyuntural, es lo que vos y muchos otros, gracias a la voluntad democrática de este amplio pueblo, ven sobre una experiencia política a la que se oponen. Tal vez, sea este 54%, que consideras en debilidad, el que haya logrado comprender, simpatizar o militar en esta nueva experiencia argentina y con verdades, siempre parciales, intente apropiarse del espacio para la construcción de un relato alternativo; la duda está en ver, cómo hace el otro 46% del pueblo para entender de una vez por todas que la historia es traviesa, pero nos enseña: algunos aprendemos, a otros todavía les cuesta.

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  4. Te repito, hay que indagar mucho en un movimiento transversal y políticamente heterogéneo como el que comanda el FPV, como para determinar si somos fanáticos, si somos obsecuentes, si somos descerebrados, si somos toda la basura cotidiana que tenemos que bancar los militantes; y es cierto, lo que decís, el que gobierna tienen que tolerar, sin duda, pero también atender a las actitudes canallescas y viles como las que vemos cotidianamente y sobre todo a través de medios de comunicación que son tentáculos de otros poderes, a los cuales nos has incluido en tu digresión.
    Compartimos con Hebe, la definición mas clara de toda esta tragedia: " nos da vergüenza ajena que existan funcionarios tan pelotudos "; nosotros también queremos justicia, no nos pongas del otro lado, porque si no, reproducís lo que criticás; todos los que formamos parte de alguna manera del movimiento político que gobierno, queremos la misma Justicia que vos, que paguen los políticos y empresarios, igual que querés vos, y que se termine con el capitalismo corrupto y privilegiado, igual que pretendés vos. Pero de ninguna manera, vamos a renunciar a continuar con la lucha polítca y social que venimos desarrollando, con nuestras banderas y con la identidad que vayamos configurando con el transcurrir de los acontecimientos.

    Celebro la existencias de blog, como el tuyo, celebro el debate, y te agradezco, a pesar de que no estemos del todo de acuerdo, el compromiso de expresar tus opiniones y compartirlas con los demás. Un abrazo. Disculpá la extensión el tema da para mucho mas.

    Lic. Juan Manuel Rodríguez
    www.sociologianacional.blogspot.com

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  5. MIL GRACIAS x sus palabras y x su respeto. A eso tendríamos que apuntar. Los K no buscan eso, como lo describo en mis post que hablan sobre el "clivaje socio-político", y también describo en varios en qué consiste el relato K. Por supuesto que tomo partido en la disputa por el sentido, o en la "acentuación valorativa", como escribía Bajtín. No le escapo al bulto.
    No suelo responder los comentarios, prefiero expresarme en el blog y dejar este espacio para los lectores. Pero quise intervenir para agradecer y celebrar el intercambio. Seguramente vuelva a leer sus comentarios, Juan Manuel, y me sirvan para cambiar o reforzar puntos de vista en un nuevo post, por lo que le vuelvo a agradecer.
    Atte,
    Martín Onetto

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    1. Es recíproco el agradecimiento, y destaco la posibilidad de permitir que mis expresiones, extensas en esta caso, hayan sido respetadas íntegramente. De eso se trata, y solamente de este modo, podremos volver a ser la Gran Nación, plural e igualitaria, que tal vez en algún momento, cualquiera, estuvimos cerca de tener: respeto mutuo, tolerancia, aceptación, y mucho debate, mucho. Saludos cordiales.

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