28/9/12

Intemperancia (sobre Cristina en Harvard)

Una vez más tuve que elegir un título entre varios. Quedó "Intemperancia", porque me parece una buena síntesis, pero también me gustaban: "Nunca es triste la verdad" o "Cristina tuvo un baño de realidad en Harvard". Mis reflexiones sobre la conferencia de ayer de la Presidenta.


Ayer fue un día importante para los que valoramos el debate respetuoso de ideas y el diálogo, y a la vez triste, también, para quienes exigimos que esa condición sine qua non de toda república se cumpla entre quienes ejercen el poder en la Argentina.
Ayer, la presidenta de la Nación asistió a un escenario codiciado por cualquier mandatario: la Escuela de Política Kennedy de la Universidad de Harvard. Y, en un clima que se fue tensando cada vez más, Cristina respondió tan sólo 10 preguntas. Repito: tan sólo 10 preguntas. En realidad, "respondió" es una forma de decir... Pues no respondió cuando se le preguntó en concreto sobre la inflación, o sobre la RE RE, o cuando se le pidió una -una- simple "autocrítica" (que jamás esbozó).
Es que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no está acostumbrada a responder preguntas. En efecto, la última conferencia de prensa convocada por Cristina Kirchner fue hace 407 días, tras su arrasador triunfo en las elecciones primarias de agosto, como recordó el diario La Nación. Por eso fue que un estudiante le dijo: "Me siento un privilegiado por poder hacerle preguntas, señora presidenta".
En este contexto, Harvard es un mojón, pero también es sólo una anécdota en sí. Lo importante es que la Presidenta de la Nación se encontró con un público no adicto después de mucho mucho tiempo. Y debió enfrentarse con las críticas que, mal que mal, le hace medio país. Y eso no le gusta. En efecto, seguramente a muchos de ustedes les pareció rarísimo el hecho de que las palabras de Cristina no desembocaran en una catarata de aplausos alegres y condescendientes como a las que nos tienen acostumbrado en las distintas puestas en escena del poder gobernante.
Así es. Cristina demostró ayer por qué sólo se rodea de aplaudidores en las habituales cadenas y actos de gobierno (que son de todos, por cierto): no acepta voces que la contradigan. Quienes la contradicen "tienen muy poco nivel de análisis", como le dijo ayer a un estudiante y a su "compañerito", quienes le preguntaban por su patrimonio, por su voluntad por una RE RE, por el Indec, por la libertad de expresión, por la inflación, por el simple pedido de una autocrítica; por lo que, en fin, cuestiona o inquiere medio país sin obtener respuesta honesta sino chicaneos o reconvenciones presidenciales.
Sistemáticamente, Cristina descalificó las preguntas que le hacían por estar, según ella, influidas por los medios.Y mostró allí quizá su peor "vicio", en términos platónicos: su intemperancia, la cólera que la lleva fuera de sí, y que la alejan de las "tres virtudes" que debería tener -según el filósofo griego- un buen gobernante: prudencia, valor y templanza. Al contrario, la "gran oradora" que es Cristina se rebajó a la altura de un grupo de estudiantes "ricos" según ella (olvidando quizá que muchos están allí becados), que la cuestionaban. Para terminar incluso despreciando a todos los estudiantes y docentes de una universidad nacional: la Universidad Nacional de La Matanza: "Chicos, por favor, estamos en Harvard. Estas actitudes son más para La Matanza que para ustedes", retó.
(Click en la captura para agrandarla y leer*)

En este punto, digamos que, en realidad, ese desprecio no es más que la verbalización de una indiferencia (en término de políticas públicas) que se había expresado concretamente meses antes. En efecto, el desprecio fundamental de CFK por La Matanza viene de hace tiempo y se manifiesta en la forma animalesca en la que viajan diariamente miles de matanceros en el Sarmiento. Ese desprecio ostensible e irrefutable desembocó en febrero en la masacre de Once. Todo cierra.
Volviendo a Harvard, visiblemente molesta, poco acostumbrada a estar en un escenario sin su coro de aduladores, aplaudidores, reidores o simples temerosos de contrariarla, la Presidenta olvidó una vez más que ella es la primera servidora del país, la que debería dar el ejemplo del manejo de la cosa pública, pero a quien, en cambio, parecería que hay que terminar a agradeciéndole que se exprese sobre cómo maneja la cosa pública, y la plata de todos. Y todas.
Pero para los que reclaman más libertad de expresión y respeto a las instituciones, Harvard es un mojón. Y sería loable que Cristina repita la experiencia en Argentina, y que empiece a recorrer las universidades argentinas, también, respondiendo libremente las inquietudes de los estudiantes, esos "jóvenes que son el futuro", como se jacta ella misma. Y, por supuesto, que otorgue regularmente conferencias de prensa; que, como representante del pueblo en el poder, responda a las inquietudes de los representantes de la opinión pública, los periodistas. Esa demanda insatisfecha que cada vez se hace oir más, pese a que Cristina se ufane grotesca, ridículamente, como lo hizo ayer, con que "hay millones de argentinos que hablan con esta presidenta constantemente".
Sería muy loable, en fin, empezar a exigir un funcionamiento republicano, con control institucional y ciudadano (accountability horizontal y vertical) sobre el Gobierno. Sobre el gobierno de una presidenta -a no olvidarlo- que subió al poder en 2007 con la promesa de "más institucionalidad"; institucionalidad que no sólo no ha mejorado sino que ha contribuido a destruir.  Promesa incumplida. En el 13S, de hecho, también se canalizó esto.
Una última observación: contrariamente a lo que -quizá desde el prejuicio- se podría pensar teniendo en cuenta que el auditorio era conformado por estudiantes de Harvard no hubo preguntas con cuestionamientos desde enfoques neoliberales a la gestión kirchnerista. ¿Ustedes a qué creen que se deberá esto?
Lo cierto, en fin, es que Cristina tuvo ayer, en Harvard, un saludable baño de realidad. De una realidad que está a años luz de comer con $6 por día, por nombrar tan solo una fantasía del "relato", nomás. No parece haber aprendido mucho de la experiencia. Las valoraciones especulativas en términos políticos que se hacen en la intimidad presidencial son negativas. Mucho más aún que las de su paso por Georgetown.
A veces la realidad duele. Y no hay lugar para risas. Como dice la canción de Serrat: "Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio."

* Alguien posteó esta captura de pantalla de la cuenta de Twitter de CFK y la tomé, pues ella me tiene bloqueado en su cuenta, y no puedo ver directamente lo que escribe.

15/9/12

13/S



Y el pueblo le dijo "NO" al miedo. No a la prepotencia y al cinismo del poder. Una vez más.
Lo decimos cada vez que podemos: al pueblo le sobra pintura. Por ejemplo, en el último post de este blog. En fin, para leer lo que ocurrió y sus repercusiones, me remito a las crónicas de los diarios de ayer y hoy. Yo quisiera humildemente señalar un par de elementos con la esperanza de que ayuden a la interpretación de lo ocurrido. A la disputa por la semiosis social, en suma.
En primer lugar, elijo recordar tres momentos históricos en los que los argentinos sintieron la necesidad espontánea (entiendo por tal cosa la inexistencia de convocatoria partidaria específica) de salir a la calle a protestar:
* El 19 y 20 de diciembre de 2001, tras la declaración del Estado de sitio del por el entonces presidente Fernando de la Rúa,
*En 2008, al inicio (sólo al inicio) del conflicto con el campo, cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner habló despectivamente del "yuyito" que le financia las arcas al Estado nacional y de los "piquetes de la abundancia",
* Y en 2012, este jueves 13/S, en una convocatoria que se difundió muy masivamente por las redes sociales luego de que la presidenta dijera por cadena nacional, jocosa y aparentemente ingenua: "sólo hay que tenerle miedo a Dios. Y a mí... un poquito".


El poder de una declaración desafortunada. ¿Una? Quizá la confesión del deseo presidencial para que le teman haya sido un mero detonante. Y la gente salió a la calle en manada. Habrá que ver si esta oportunidad también constituye un "click" en el imaginario público social como lo fueron las dos anteriores. En estos últimos 10 años hubo muchas marchas y protestas, pero insisto en la característica particular de la de este jueves y las otras dos citadas: la ausencia de liderazgo definido.
Entonces, el pueblo marchó. Y se expresó. Con bronca, con odio, con alegría, con libertad (una libertad, paradójicamente, que se vive como mutilada). Esos que salieron a la calle también son el pueblo argentino, aunque la señora Estela de Carlotto les niegue esa condición por el simple hecho de que "estaban bien vestidos". Hemos vuelto tan a las cavernas que tenemos que discutir y reafirmar cosas elementales. Seguramente la mayoría de los participantes de la protesta social del jueves hayan provenido de la clase media.
La clase media argentina es y fue históricamente una de las más importantes de América Latina. Luego de tanto desprecio hay que empezar a reivindicarla. Con sus luces y sombras, esa clase media fue quien le dio identidad y grandeza a este país. Hay que acrecentarla con justicia social y educación. No despreciarla. Por lo demás, ¿quién asegura que, así como "el campo" de hoy no es idéndico al campo oligarca que defenestraba el primer peronismo,  esta clase media actual se corresponde en todo con la histórica burguesía media temerosa que apoyó todos y cada uno de los golpes de estado en este país? ¿Cuántas décadas atrás hay que remontarse para encontrar una manifestación en que esa bendita clase media pedía la interrupción del orden constitucional? Al menos esa lección la hemos aprendido todos. Y el mérito por ese aprendizaje no le corresponde a una casta gobernante, sino a todo -todo- el pueblo. Nadie puede sostener con seriedad la idea de que la presidenta de la Nación deje Balcarce 50 antes de la fecha en que inexcusablemente deberá dejarlo: el 10 de diciembre de 2015.
Insisto, entonces: ¿acaso no era parte del pueblo el que salió a la calle el jueves 13/S?
Un kirchnerista que tiene la gentileza de seguirme en Twitter me respondía lo siguiente a estas ideas expresadas al pasar en 140 caracteres: "@1nuncasabe: si en latinoamérica solo votaran las clases medias, gobernaría la derecha en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina". ¿Perdón? Otro argumento en la línea del desprecio por las clases medias. Pobrísimo y falso, por lo demás.  ¿O acaso hay que colegir de él que en Argentina la población es mayoritariamente de clase baja (pero y si fuera así ¿quien, entonces, votó a CFK en 2007 y en 2011?)? Semejante afirmación no se corresponde con las naturales consecuencias de la bonanza económica y social que pregona el relato oficial. Basta con remitirse al Indec, o a Artemiópolis.
En efecto, no tiene caso discutir un razonamiento que se da de patadas con el hecho incontrastable de que más del 50% de la población argentina es clase media. Y, ciertamente, sin ella no se gana una elección. Y, en fin, tampoco tiene caso discutir el sol. Más cuando es algo que Nésto Carlo Kirchner siempre supo y tuvo bien en claro.
Pero, además, la soberbia que conduce el Estado argentino hoy no dejó de subestimar y despreciar a aquello a lo que Nésto -hábil político- le temía: la calle. En efecto, Nésto (Carlo) trabajó "bien" al principio de su gobierno, con desclasados como Luis D'Elía y cía, alejando a la clase baja y media de la calle. Más allá del chamuyo clivajizador k, la clase media argentina también es pueblo. A no olvidarlo.
En vez de estigmatizar, como siempre, a un sector de la sociedad, el poder podría haber elegido atender la demanda de fondo como legítima. Y no simplemente legítima desde el punto de vista de la tan mentada "legitimidad democrática" de expresarse (pareciera como que hay que agradecerle al poder porque permiten al pueblo expresarse). En efecto, ¿por qué no pensar que fue un reclamo por la excelencia, una demanda aireadora, vital y recurrente para la democracia? La democracia es aquel sistema que siempre pide más: más libertad, más justicia, más igualdad social, y que precisamente se realimenta de aquella energía. Una demanda por más y mejor democracia, como escribe Jorge Lanata en su columna de hoy en Clarín. O simplemente, para que se entienda: una demanda por más.
Pero no, mejor descartarlo y seguir con la propia, ha decidido responder el poder. Es un error que genera (más) asfixia.
En efecto, el principal espadachín encargado de salir a tapar el sol con las manos fue el Jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, quien dijo ayer que a los manifestantes del cacerolazo "les importa más lo que ocurre en Miami que lo que ocurre en San Juan". Es contradictorio (y risible) que los seguidores ideológicos de los planteos de la "democracia radical" del politólogo Ernesto Laclau no respeten las identidades del otro, y sean tan intolerantes.
Ni lento ni perezoso, Daniel Scioli ya se diferenció. El gobernador bonaerense señaló: "Hay que escuchar con mucho respeto y humildad y exigirse más para cumplir las expectativas. Hay que interpretar las nuevas demandas que se pueden ir incorporando, particularmente de la clase media, y responder con trabajo. La gente está muy sensibilizada con determinadas cuestiones que hay que atender con humildad por parte de quienes tenemos responsabilidad institucional". Además, Scioli destacó que quienes marcharon a la Plaza de Mayo lo hicieron "con mucha serenidad y respeto".
La marcha del jueves 13S no sólo sucedió por la soberbia provocadora, la estupidez provocadora, por el no a la re-re, la inseguridad, la inflación, el no al cepo (un cepo tanto monetario como ontológico), la prepotencia de la AFIP, la cadena nacional semanal, los descarrilamientos de trenes semanales, Once, la corrupción, Schoklender, Ciccone, el doble discurso, Vatayón Militante, La Cámpora en las escuelas, los $6 por día del Indec, etc., etc., sino por otra razón fundamental: las demandas de la gente no sólo no son escuchadas sino tampoco canalizadas institucionalmente: los tres poderes del Estado están en manos de la Revolución Ilustrada. Y en el caso del Poder Legislativo, el debate es sólo figurativo, ninguna idea opositora es escuchada, atendida. Y cuando al poder le sirve, la disuelve y la presenta como propia. Sólo hay un actor. En esto por cierto la oposición tiene una gran cuota de responsabilidad. La otra, es de quien ejerce el poder. En el medio, la gente se siente cada vez menos representada, cada vez más asfixiada políticamente. Eso es lo que intuyen algunos intelectuales orgánicos como Horacio González, miembro de Pensamiento a la Carta y director de la Biblioteca Nacional, al señalar que hay que prestarle oídos a la marcha. Quizá actúan con un dejo de honestidad intelectual, y quizá también sean vistos desde el poder como meros ingenuos.
Como sea, todo lo ocurrido será auspicioso sólo en la medida en la que clase dirigente TODA sepa leer la interpelación que el pueblo le ha enviado el jueves 13/S. De lo contrario, el escenario político a futuro es preocupante. El sayo le cabe, inexcusablemente, a los -que se dicen- opositores: hacerse cargo también. También fue contra ustedes. Van detrás de los hechos. No parecen estar a la altura de este pueblo... Lo expresa bien la mirada de afuera, del diario español El País, de Madrid: "Los argentinos protestan contra la presidenta al margen de los partidos".


También -también- es un fuerte llamado de atención para los medios & periodistas tradicionales, que no supieron anticipar lo que se estaba gestando, lo que se venía. Otra vez: estado de cosas - acontecimiento, ¿no? Qué difícil se le hace a todo lo establecido leer lo repentino, lo que aparece, lo que va siendo...
En alguna de las redes sociales, alguien decía: "el tema es que la necesidad de anonimización de los convocantes, por alguna razón, es un significado a construir". Un punto de vista atendible, al que el sociólogo (UBA) Luis García Fanlo agregaba: "lo que me interesa es que existe una fuerza social que reconfigura el campo preexistente de relaciones de poder... y como no hay nada fuera de la sociedad y de las relaciones de poder que la constituyen, en todo caso el 'monstruo' fue creado por el propio gobierno y la fuerza social que lo acompaña o dice acompañarlo. Todos son el monstruo del otro".
Interesante. Ahora, ¿por qué no pensar que la "necesidad de anonimización" de la que bien se hablaba por ahí se deba al mecanismo del poder gobernante que hace que todo lo que no es propio es satánico o ya tiene un lugar predestinado en el averno (k)? Y, en ese sentido, la estrategia de los "marchantes" (me refiero no al hecho fáctico de haber marchado sino al subjetivo de identificarse con ellos) parece haber sido exitosa. Otra vez la cuestión del acontecimiento y su inscripción en la "realidad" para confinarla a ella... ¿Cómo pegarle un golpe certero a lo informe? Ésa es la pregunta que se hacen en el poder por estas horas.


Por lo pronto, el kirchnerismo ya organiza "contramarchas". Creo que, en realidad, conceptualmente en términos de contrapoder, habría que considerar como "contramarcha" a la del 13S. Las que organicen los K serán, simple e irrefutablemente, marchas a favor del poder estatuído.

7/9/12

Miedo

"Solamente hay que tenerle temor a Dios,
y a mí en todo caso también un poquito".
Cristina Elisabet Fernández Wilhem de Kirchner,
a la sazón, presidenta de la República Argentina.


De la saga Una imagen vale más que mil palabras... Y por si no alcanza, aquí pueden asustarse más, leyendo el discurso completo del día de ayer de CFK.
Lo cierto es que, al hablarle a sus funcionarios, la Presidenta cristalizó ayer, con esas palabras que encabezan el post, algo que es bien sabido: no sólo que los funcionarios le temen, le tienen pavor, sino que ella quiere que así sea, que le tengan miedo, ese sentimiento que para Platón o Aristóteles es propio de las tiranías (parejamente al odio); esa afección triste que, para el filósofo Spinoza, disminuye la potencia de obrar. "El Estado soy yo", como se dice que sentenció Luis XIV. Témanme.
Como saben, soy partidario de otra frase, la que encabeza mi blog:

El pueblo, escribe Maquiavelo, quiere, simplemente, que no lo jodan. Igual que este buen hombre. Y como a este buen hombre, señores gobernantes, al pueblo también le sobra pintura.


En palabras del federalista Thomas Jefferson: “Cuando el pueblo teme a su gobierno, hay tiranía; cuando el gobierno teme al pueblo, allí hay libertad”. En efecto, pese a lo que dejan traslucir las palabras de Cristina, quienes verdaderamente le tienen terror al pueblo son los que están en el poder. Temen a la calle, que es de donde vienen: del 2001. A no olvidarse.

4/9/12

Cristina con champán

"Los dólares que se obtienen deben ser destinados a las importaciones y pagos de deuda". ¡Salud!


* "La restricciones a las importaciones son un mito urbano. Es absurdo pensar que este gobierno pone restricciones a la importación de medicamentos básicos".
* "El tipo de cambio no está retrasado, pero si la matriz productiva depende de las importaciones, un aumento del dólar va en sentido contrario a la reconversión industrial".
* "Hay que volver a afinar el lápiz y volver a plantear las rentabilidades".

Entonces, pasando en limpio, ¿cuál fue el motivo de Estado que obligó a una Cadena Nacional desde Tecnópolis de nuestra benemérita presidenta de la Nación, doña Cristina Elisabet Fernández Wilhem de Kirchner, y nos privó de ver a Capusotto? ¿Un brindis con noventoso champagne? GenIA.
En fin. Como ha dicho Sandra Russo: "Una foto no significa nada". ¿No?
¿Y dos, como ésta de aquí abajo, del mismo evento, brindando junto al titular de CAME, Osvaldo Cornide (derecha), tan agradecido de Cristina como de la Junta militar procesista? Es así: tinellísticamente hablando, Cristina viene "Pum para arriba", últimamente. Al mal tiempo buena cara...
"Estamos en el buen camino y los empresarios son fundamentales para sostener lo que hemos construido", enunció la Presidenta. La forma nacional y popular de decir, en síntesis: "Estamos mal, pero vamos bien". No por nada este año CFK ya habló 14 horas 19 minutos y 23 segundos por cadena nacional.
Las contradicciones del "relato oficial" olvidan que el país se viene reprimarizando en esta década como nunca en su historia. Pero no importa. Hagamos como que la industria argentina es fuerte.


 Nunca menos.