Ayer fue un día importante para los que valoramos el debate respetuoso de ideas y el diálogo, y a la vez triste, también, para quienes exigimos que esa condición sine qua non de toda república se cumpla entre quienes ejercen el poder en la Argentina.
Ayer, la presidenta de la Nación asistió a un escenario codiciado por cualquier mandatario: la Escuela de Política Kennedy de la Universidad de Harvard. Y, en un clima que se fue tensando cada vez más, Cristina respondió tan sólo 10 preguntas. Repito: tan sólo 10 preguntas. En realidad, "respondió" es una forma de decir... Pues no respondió cuando se le preguntó en concreto sobre la inflación, o sobre la RE RE, o cuando se le pidió una -una- simple "autocrítica" (que jamás esbozó).
Es que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no está acostumbrada a responder preguntas. En efecto, la última conferencia de prensa convocada por Cristina Kirchner fue hace 407 días, tras su arrasador triunfo en las elecciones primarias de agosto, como recordó el diario La Nación. Por eso fue que un estudiante le dijo: "Me siento un privilegiado por poder hacerle preguntas, señora presidenta".
En este contexto, Harvard es un mojón, pero también es sólo una anécdota en sí. Lo importante es que la Presidenta de la Nación se encontró con un público no adicto después de mucho mucho tiempo. Y debió enfrentarse con las críticas que, mal que mal, le hace medio país. Y eso no le gusta. En efecto, seguramente a muchos de ustedes les pareció rarísimo el hecho de que las palabras de Cristina no desembocaran en una catarata de aplausos alegres y condescendientes como a las que nos tienen acostumbrado en las distintas puestas en escena del poder gobernante.
Así es. Cristina demostró ayer por qué sólo se rodea de aplaudidores en las habituales cadenas y actos de gobierno (que son de todos, por cierto): no acepta voces que la contradigan. Quienes la contradicen "tienen muy poco nivel de análisis", como le dijo ayer a un estudiante y a su "compañerito", quienes le preguntaban por su patrimonio, por su voluntad por una RE RE, por el Indec, por la libertad de expresión, por la inflación, por el simple pedido de una autocrítica; por lo que, en fin, cuestiona o inquiere medio país sin obtener respuesta honesta sino chicaneos o reconvenciones presidenciales.
Sistemáticamente, Cristina descalificó las preguntas que le hacían por estar, según ella, influidas por los medios.Y mostró allí quizá su peor "vicio", en términos platónicos: su intemperancia, la cólera que la lleva fuera de sí, y que la alejan de las "tres virtudes" que debería tener -según el filósofo griego- un buen gobernante: prudencia, valor y templanza. Al contrario, la "gran oradora" que es Cristina se rebajó a la altura de un grupo de estudiantes "ricos" según ella (olvidando quizá que muchos están allí becados), que la cuestionaban. Para terminar incluso despreciando a todos los estudiantes y docentes de una universidad nacional: la Universidad Nacional de La Matanza: "Chicos, por favor, estamos en Harvard. Estas actitudes son más para La Matanza que para ustedes", retó.
(Click en la captura para agrandarla y leer*)
En este punto, digamos que, en realidad, ese desprecio no es más que la verbalización de una indiferencia (en término de políticas públicas) que se había expresado concretamente meses antes. En efecto, el desprecio fundamental de CFK por La Matanza viene de hace tiempo y se manifiesta en la forma animalesca en la que viajan diariamente miles de matanceros en el Sarmiento. Ese desprecio ostensible e irrefutable desembocó en febrero en la masacre de Once. Todo cierra.
Volviendo a Harvard, visiblemente molesta, poco acostumbrada a estar en un escenario sin su coro de aduladores, aplaudidores, reidores o simples temerosos de contrariarla, la Presidenta olvidó una vez más que ella es la primera servidora del país, la que debería dar el ejemplo del manejo de la cosa pública, pero a quien, en cambio, parecería que hay que terminar a agradeciéndole que se exprese sobre cómo maneja la cosa pública, y la plata de todos. Y todas.
Pero para los que reclaman más libertad de expresión y respeto a las instituciones, Harvard es un mojón. Y sería loable que Cristina repita la experiencia en Argentina, y que empiece a recorrer las universidades argentinas, también, respondiendo libremente las inquietudes de los estudiantes, esos "jóvenes que son el futuro", como se jacta ella misma. Y, por supuesto, que otorgue regularmente conferencias de prensa; que, como representante del pueblo en el poder, responda a las inquietudes de los representantes de la opinión pública, los periodistas. Esa demanda insatisfecha que cada vez se hace oir más, pese a que Cristina se ufane grotesca, ridículamente, como lo hizo ayer, con que "hay millones de argentinos que hablan con esta presidenta constantemente".
Sería muy loable, en fin, empezar a exigir un funcionamiento republicano, con control institucional y ciudadano (accountability horizontal y vertical) sobre el Gobierno. Sobre el gobierno de una presidenta -a no olvidarlo- que subió al poder en 2007 con la promesa de "más institucionalidad"; institucionalidad que no sólo no ha mejorado sino que ha contribuido a destruir. Promesa incumplida. En el 13S, de hecho, también se canalizó esto.
Una última observación: contrariamente a lo que -quizá desde el prejuicio- se podría pensar teniendo en cuenta que el auditorio era conformado por estudiantes de Harvard no hubo preguntas con cuestionamientos desde enfoques neoliberales a la gestión kirchnerista. ¿Ustedes a qué creen que se deberá esto?
Lo cierto, en fin, es que Cristina tuvo ayer, en Harvard, un saludable baño de realidad. De una realidad que está a años luz de comer con $6 por día, por nombrar tan solo una fantasía del "relato", nomás. No parece haber aprendido mucho de la experiencia. Las valoraciones especulativas en términos políticos que se hacen en la intimidad presidencial son negativas. Mucho más aún que las de su paso por Georgetown.
A veces la realidad duele. Y no hay lugar para risas. Como dice la canción de Serrat: "Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio."
* Alguien posteó esta captura de pantalla de la cuenta de Twitter de CFK y la tomé, pues ella me tiene bloqueado en su cuenta, y no puedo ver directamente lo que escribe.