16/11/10

Leer y jugar es cosa seria en La Nube (*)

La biblioteca La Nube es la más grande en América Latina dedicada a los niños. Está en Chacarita y también tiene un museo de juguetes. Una experiencia distinta, un espacio donde jugar y aprender son sinónimos.

Sentado en una diminuta silla azul, frente a una mesita de 40 centímetros de altura, Nacho hojea el cuento número 12 de las andanzas del ratoncito Gerónimo Stilton. “El otro día me compré el libro 11, El fantasma del subterráneo”, cuenta, y recita de memoria los 13 títulos de la colección. Nacho tiene siete años, lee desde los cuatro, y hace dos que es socio de la biblioteca La Nube. Allí recorre las altas estanterías repletas de libros de todos los colores y tamaños, y elige los que le leerá en esa misma mesita a Carla, su mamá, y también los que se llevará a su casa, en Belgrano. “Por lo menos tres veces al mes solemos venir. En general, los sábados”, dice Carla desde otra sillita azul.
“Cuando vine por primera vez me asombró que hubiera tantos juguetes y libros divertidos. Me gusta que me dejen hacer algo por mi cuenta”, expresa Nacho. “Hay como un contraste entre lo muy estructurado de la escuela y la libertad de recorrer las estanterías y de elegir los libros que hay acá. La escuela, en cambio, tiene una biblioteca pequeña y un programa fijo de textos”, dice Carla, que es docente.
Al lado de Nacho y su madre, Juan Santarcángelo (34) olvida por un rato su profesión de economista y espera a su hija Violeta, de dos años y medio, recostado en el suelo sobre un almohadón naranja y azul. Ella viene corriendo, lo abraza, se le sienta en el regazo y empieza a abrir en silencio un libro que retiró del estante dedicado a los cuentos infantiles desplegables. “Violeta es socia de La Nube desde que tiene un año. Si no la traigo yo, le pide a la madre. Y dos horitas siempre se queda”, dice el padre. Ellos vienen de Almagro. “Un amigo nos recomendó la biblioteca y nos encantó”, recuerda.
La Nube estuvo ubicada 30 años en la calle Venezuela. Hasta que hace poco la Ciudad le cedió la planta baja y el primer piso (actualmente en reparación) de un viejo depósito en Jorge Newbery 3537, en Chacarita. Tiene una colección de 70 mil volúmenes, de los cuales 25 mil están de dedicados a los niños, y 3 mil de ellos son de lectura escolar. También tiene videos, música para chicos, documentos, y juguetes antiguos. “Esta biblioteca intenta hacer una historia de la cultura de la infancia, y es la única en el país que busca preservar la producción de libros para niños realizados en Argentina desde 1880 hasta la actualidad”, se enorgullece Pablo Medina, director de La Nube.
Medina tiene 70 años y se especializa en la práctica de la lectura desde hace más de tres décadas. Fue asesor de Educación en la Ciudad en épocas de Daniel Filmus. “Lector no se nace, se hace. La lectura no es algo natural, hay que construirla”, define. “Nosotros creemos que a la biblioteca tienen que venir los papás con el nene, sentarse, tirarse panza al aire y compartir el libro. En soledad no hay lectura cuando se trata de niños. Y hay que tener mucha paciencia”, aconseja Medina.
Nina tiene tres años y desde fines de 2006 es socia de La Nube. “Por ahí no lee todo lo que uno desearía. Pero yo aprendí a calmar mi ansiedad y a entender que ella lee a su manera y que lo que más le gusta de acá es ver a otros pibes y jugar con ellos”, se sincera Sergio Breski (43), titiritero y papá de Nina. “Aunque de a poquito fue empezando a jugar con los libros. Para ella ya es un ritual venir a la biblioteca. Ahora eso sí: cuando tiene hambre nos rajamos”, bromea Breski.
El “ritual” del que habla este padre es El Club del Libro, que tiene lugar en La Nube todos los martes y jueves de 16 a 19, y los sábados de 10 a 13. Laura Migliarino, coordinadora del Club, sostiene que “el libro es una excusa para trabajar la socialización del niño, en interacción con sus pares y con su familia”. Por eso, la relación principal es la de padre-hijo, mediatizada por el libro.
El Club está pensado para niños de tres años en adelante. “La idea es que, desde muy chiquitos, los niños puedan hacer uso de este espacio, apropiarse del lugar y que puedan ir trabajando la palabra, el relato, y que logren empezar a contar su propia historia”, explica Migliarino.
Los chicos pueden ir buceando y tocando los libros, que están al alcance de sus manos: para que ellos elijan los que tengan ganas de leer. “Hace dos semanas nomás que vengo con mi hijo a la biblioteca pero ni bien llega él ya sabe a dónde tiene que ir, en qué sector están los libros que le interesan”, cuenta Pablo Álvarez (32), médico y padre de Matías, de tres años.
Los libros están separados no por edades sino por niveles de comprensión de lectura, porque hay textos para nenes de 5 que perfectamente pueden ser leídos por un chico de ocho. “Eso depende del recorrido de cada uno. Hay chicos de 14 que no son lectores y a ellos no le podés dar Julio Verne para leer: tenés que bajar un poco”, dice la coordinadora.
En la mesa de Matías se hace un breve silencio: una calma que pronostica el estallido. “El del zoológico, pa, quiero el del zoológico”, y hace pucheros. “El del zoológico se lo llevó otro nene, Matu, otro día lo va a traer”, le responde el padre, transmitiéndole serenidad. “Bueno, el de las cebras, entonces”, acepta el nene.
La Nube tiene una página web donde informa sobre sus actividades y sus visitas temáticas guiadas (cuatro para chicos y una para adultos, también sobre literatura infantil); posee un departamento de comunicación pero, en realidad, es más conocida por el boca a boca. “En general viene gente de clase media y media alta”, observa Migliarino. Tanto del barrio, de Belgrano, de Colegiales, de Almagro, como alguno de San Cristóbal o Congreso.
El año pasaron concurrieron a las visitas guiadas de la biblioteca, que son temáticas, unos 15 mil chicos, en grupos o cursos escolares, cuenta Medina, mientras se pasea por la biblioteca, esquivando libros y niños. “Pero los chicos no van espontáneamente a la biblioteca. Eso no existe en ningún lado. El habito de la biblioteca hay que conformarlo en la escuela para que después el chico continúe”.
Medina no es un improvisado. Tiene una visión amplia y crítica del sistema educativo en general, y del inicial en particular. “La educación se equivoca porque cree que debe construir sobre alguna base y no: los niños no tienen atrás, no hay nada. Él mira a su entorno primero: el papá y la mamá. La escuela no forma una sociedad hoy. Primero porque ya no existe el maestro militante, que ama la escuela. ‘Tiza, pizarrón y barro’. Hoy el maestro toma la escuela porque no tiene otra cosa. Y encima no gana bien, no hay incentivos. Esta sociedad no ve a los niños como futuros científicos, políticos, filósofos, médicos, jueces”.
Por razones obvias de trabajo, el sábado es el día de más concurrencia, cuando, en promedio, asisten a la biblioteca alrededor de 20 padres con sus hijos. Para ir al Club del Libro no es necesario ser socio. Simplemente hay que estar dispuestos a pasar un rato de compañía, de lectura y hasta de silencio junto a los chicos.
(*) Nota escrita en 2007.

2 comentarios:

  1. Hola! Saludos desde La Nube. Gracias por la nota!
    La comparto con mis colegas y compañeros de trabajo.
    saludos,
    E.D.

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  2. Hola! Gracias x comentar y x compartirla,
    Saludos,
    MO

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