19/11/10

Religión y política II: Maquiavelo, Moro, y los K


Para Nicolás Maquiavelo (1469 – 1527), reconocido como uno de los padres modernos de la ciencia política, los valores tienen un carácter mutable. Por eso para el florentino siempre es necesario volver a los orígenes, “reconducir” con periodicidad a los pueblos hacia sus principios: aquel momento en que las costumbres no estaban corrompidas.

Y es en Maquiavelo -pensador de lo diverso, elogioso de la “discordia” como motor de la “grandeza de la república”- donde la religión aparece clara y explícitamente como un elemento de unidad y cohesión en el orden interno. La religión es creada desde lo político, así como las nociones de “bueno” o “malo”, que se definen políticamente en relación a la idea de salvación de la patria. Y la religión coadyuva a ese fin. No es óbice que los preceptos religiosos sean falsos mientras faciliten la dominación. “Mantener al país religioso” es mantenerlo “bueno y unido”, dice.

Maquiavelo cita el caso de Numa Pompilio, el sucesor de Rómulo, quien para conseguir el noble fin de llevar al pueblo a la obediencia civil recurrió a la religión simulando “tener familiaridad con una ninfa que le aconsejaba todo lo que luego [él] aconsejaba al pueblo”. De otro modo, las leyes no serían aceptadas ni, en consecuencia, obedecidas. También ayudan a mantener a los ejércitos disciplinados, enseña. De aquí se desprende su importancia política en el momento de la fundación: como sostén de inspiración del fundador.

Esta función que tiene la religión (o “religazón”) en Maquiavelo como herramienta útil del poder para ejercer la dominación (que Max Weber ampliará y llamará “ideológica”) brinda “legitimidad” (Weber) al Estado, pero ya no como delegación divina sino como creación, como artificio -político- del poder -político- para facilitar su efectividad en la construcción del consenso que permita la conservación del Estado en miras al bien (común) del pueblo. Al margen, retener esto último es importante para entender lo “maquiavélico” de Maquiavelo: para despejar los equívocos sobre su opúsculo El Príncipe. Pero eso quedará para otro post.

Justamente -volviendo-, lo político es lo mutable, lo que puede ser o no, lo contingente.

En la polis griega que piensa Aristóteles (384 AC - 322 AC), el espacio (político) para la realización del hombre es el de lo público, que es, además, el espacio de la diferencia ya que todos los hombre son diferentes, únicos e irrepetibles. Y, a la vez, “iguales” en tanto “ciudadanos”.

En cambio en Utopía, el clásico texto de Tomás Moro (1478 – 1535) (quien inventa esa palabra), no hay lugar para la política: porque no hay lugar para la diferencia. En la utopía moreana, entonces, la función “política” de la religión, como la de los valores y las costumbres, es reemplazar la especificidad política, abolir toda nota de diferenciación. Esto denota, por otro lado, un rasgo de pesimismo antropológico en Moro, ya que ve a los hombres como naturalmente intolerantes.

Entonces, mientras Maquiavelo y Aristóteles buscan la unidad desde la diferencia (algo propio de todo el pensamiento republicano, cuyo exponente cúlmine es, sin dudas, Madison), Moro lo hace desde una supuesta igualación. El plan estratégico (político) es el mismo: buscar la unidad, pero con distintas tácticas, digamos. El problema de la táctica moreana es la negación de la política.

En fin. Si bien quizá no de la religión, los K siempre abominaron de la Iglesia como institución (de ésta iglesia argentina, al menos). Sin embargo, en el tratamiento que hoy hace el kirchnerismo de la muerte de Néstor Kirchner se puede observar ese intento de negación moreana de la política, al ubicar al líder en el campo de lo sagrado-intocable y, a su vez (y esto es lo importante), en el centro de la acción política, aún después de muerto.

No es, por cierto, la primera vez que el kirchnerismo apela al recurso de los muertos para revestir de legitimidad una idea . Ahí están los "gloriosos jóvenes que perdieron la vida en los setenta".

Hoy, hasta el propio Kirchner es devorado por ese mecanismo. “Esto es lo que hubiera querido Néstor”, “así lo hubiera hecho Néstor”, o “lo hacemos por él”. Palabras que incluso se escucharon de boca de su viuda, CFK: a la sazón nuestra presidenta. Es curioso porque por estos días parecería como que el mandato (la ficción que conocemos por tal) no es popular, o contractual-constitucional, sino religiosa. Curiosamente, una operación despolitizadora del “juego político” propia del noventismo neoliberal. Una coincidencia más entre aquél y este peronismo.

Coincidencia que, por último, no deja de ser importante remarcar, ahora que parece que "con Kirchner volvió la política". No: la política volvió con el click que representaron para esta sociedad los sucesos del 19 y 20 de diciembre de 2001.

9 comentarios:

  1. Estoy leyendo un libro de Liliana Tolchinsky (2002)y señala lo siguiente: "...los lectores coinciden en que el mejor texto es aquel que resulta novedoso, comprensible, claro, coherente, y entretenido..." Más allá de los "grados" políticos, este texto y todos los que escribiste, leí hasta ahora, reúnen esas condiciones. Excelenteeeee ;)

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  2. Martín me parece excelente este post.

    Si me permitís una opinión... La obra de Moro me resultó desde hace tiempo sumamente interesante en muchos sentidos. Creo yo que para Moro, como vos señalaste, los espacios "legítimos" en la cultura eran únicamente aquellos que garantizaban el orden social, que era centralmente: la equidad. Ahora bien, para entender la idea de aquello que en una sociedad es legítimo, debemos comprender ex ante que la legitimidad no cualifica solamente la relación de alguien con algo, sino la relación de alguien con otros con respecto a ese algo. Preguntarse entonces por los espacios "legítimos" de la cultura, de la política, en una sociedad, implica preguntarse por cuáles son aquellos elementos que integran las "relaciones" dentro de ella y que son aceptados, a modo de status quo, por cada uno de los participantes de esa estructura objetiva. Como señala Galimidi, estas relaciones tienen que ver con los procesos, morales, psicológicos, es decir, del plano de lo subjetivo, que la constituyen y al mismo tiempo la ratifican. En síntesis, la legitimidad implica la estructura “cultura”, pero sobre todo, la "creencia". Pero aceptar la premisa de que la creencia es necesaria para el consenso, implica presuponer que cada persona va a actuar según lo que Weber denomina “conexiones de sentido”. Para Weber, estas conexiones se dan mediante la captación del sentido de un “tipo ideal” mentado científicamente. Esto en Maquiavelo y Aristóteles es más fácil de captar.. (sigue..)

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  3. (cont) Creo que acá estaba el valor de la obra de Moro en su contexto: ¿Cuál es este sentido en la obra de Moro? ¿Cómo se le presenta a los sujetos?. El tipo ideal de orden social, el orden óptimo, no se le impone al sujeto sino que se construye con las acciones subjetivas y colectivas. Lo justo es entendido en el sentido de Platón: hay un principio de orden interno que hace que lo superior o lo normativo prime sobre lo inferior o lo subjetivo. No hay una oposición o tensión en la relación individuo-sociedad-cultura (como después supuso Freud) sino que, por el contrario, el hombre de la isla encuentra, en su lugar, un sentido. En Utopía, este sentido está vinculado al plano de lo trascendente, pero creo que lo trascendente en cuanto -principalmente- a lo "relacional". Así se entiende por qué, por ejemplo, la posesión y el uso de los bienes materiales en la isla tienen valor únicamente en la medida en que son necesarios para alcanzar el orden social (hasta defiende la posesión de oro para dar a otras naciones). Sin embargo, el llamó a su isla Utopía: Lugar que no existe.
    Y si uno se detiene a leer la "vida" de Moro autor (no Moro personaje) en mi opinión, con su obra y con un estilo perspicaz, estaba "rompiendo" un paradigma fuertemente establecido en su contexto político y abriendo nuevas corrientes de pensamiento..
    El uso que hace en Utopía de los elementos paratextuales (en la introducción y la cartas previas al cuerpo del libro: como el "me contaron esta historia") hace que todas las ideas que luego expresa puedan ser puestas en discusión. Sobre todo, las claras contradicciones que quedan expresadas entre el Libro I y el Libro II. Dialoga, va y viene, el Moro autor y el Moro personaje. En suma, creo que ESE juego es el que demuestra una intención crítica a un nuevo modelo: el modelo de la propiedad privada, pero con una concepción “no idealista” del hombre. Como es sabido, era reciente el descubrimiento de "nuevas tierras" y el desarrollo de la imprenta que favorecía la creciente circulación de los libros sagrados y académicos que acompañaban el desarrollo del movimiento humanista. En este marco epocal creo que Utopía es una obra más dentro de todo un movimiento de intelectuales “utópicos” que comenzaron a ver que dentro de la incipiente economía de intercambio, que iba a marcar la transición de un modelo económico a otro, el “beneficio” pasaría a constituir el motor de la historia (Horkheimer). Creo, para terminar, que Moro se anticipaba a las falencias de ese modelo y a los movimientos que posteriormente surgieron como respuesta a él. Y ese es el gran valor de su obra.

    Perdón la intromisión y la desprolijidad en la presentación de mis ideas, no estoy habituada a este tipo de intercambios.

    Gracias por este post.
    Buena vida!

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  4. (cont) Creo que acá estaba el valor de la obra de Moro en su contexto: ¿Cuál es este sentido en la obra de Moro? ¿Cómo se le presenta a los sujetos?. El tipo ideal de orden social, el orden óptimo, no se le impone al sujeto sino que se construye con las acciones subjetivas y colectivas. Lo justo es entendido en el sentido de Platón: hay un principio de orden interno que hace que lo superior o lo normativo prime sobre lo inferior o lo subjetivo. No hay una oposición o tensión en la relación individuo-sociedad-cultura (como después supuso Freud) sino que, por el contrario, el hombre de la isla encuentra, en su lugar, un sentido. En Utopía, este sentido está vinculado al plano de lo trascendente, pero creo que lo trascendente en cuanto -principalmente- a lo "relacional". Así se entiende por qué, por ejemplo, la posesión y el uso de los bienes materiales en la isla tienen valor únicamente en la medida en que son necesarios para alcanzar el orden social (hasta defiende la posesión de oro para dar a otras naciones). Sin embargo, el llamó a su isla Utopía: Lugar que no existe.
    Y si uno se detiene a leer la "vida" de Moro autor (no Moro personaje) en mi opinión, con su obra y con un estilo perspicaz, estaba "rompiendo" un paradigma fuertemente establecido en su contexto político y abriendo nuevas corrientes de pensamiento..
    El uso que hace en Utopía de los elementos paratextuales (en la introducción y la cartas previas al cuerpo del libro: como el "me contaron esta historia") hace que todas las ideas que luego expresa puedan ser puestas en discusión. Sobre todo, las claras contradicciones que quedan expresadas entre el Libro I y el Libro II. Dialoga, va y viene, el Moro autor y el Moro personaje. En suma, creo que ESE juego es el que demuestra una intención crítica a un nuevo modelo: el modelo de la propiedad privada, pero con una concepción “no idealista” del hombre. Como es sabido, era reciente el descubrimiento de "nuevas tierras" y el desarrollo de la imprenta que favorecía la creciente circulación de los libros sagrados y académicos que acompañaban el desarrollo del movimiento humanista. En este marco epocal creo que Utopía es una obra más dentro de todo un movimiento de intelectuales “utópicos” que comenzaron a ver que dentro de la incipiente economía de intercambio, que iba a marcar la transición de un modelo económico a otro, el “beneficio” pasaría a constituir el motor de la historia (Horkheimer). Creo, para terminar, que Moro se anticipaba a las falencias de ese modelo y a los movimientos que posteriormente surgieron como respuesta a él. Y ese es el gran valor de su obra.

    Perdón la intromisión y la desprolijidad en la presentación de mis ideas, no estoy habituada a este tipo de intercambios.

    Gracias por este post.
    Buena vida!

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  5. Gis: Gracias por tus palabras y por tu elogio, no sé si merecido. Pero muuuuuuuuuuy lindo de verdad. Sin duda, el más lindo que me han escrito aquí hasta hoy.

    Juli: Menos mal que no estás "acostumbrada"!!! Te despachaste de lo lindo. Gracias por comentar y acudir en defensa de Moro! jaja
    Justamente, mencionaste al autor indicado: somos (Occidente) deudos del pensamiento platónico, que es un pensamiento fuertemente autoritario. El desafío es desandar el platonismo, para mí. Generar valores, costumbres, cultura, en fin, desde la diferencia. Y sí: desde el uno-mismo. Sí hay tensión individuo-sociedad-cultura. Y vos lo sabés, como lectora de Nietzsche.
    Por eso, no es casual la oposición Maquiavelo - Moro.
    Sí comparto que, en este juego de autores que propuse en este breve texto que por cierto no tiene intenciones académicas sino, más que nada, provocadoras, pude haber pasado por alto las circunstancias históricas que motivaron a Moro a escribir. En ese sentido, tu comentario me parece genial como complemento. Pero yo tampoco puedo dejar de hacer la extensión "ideológica" que tangencialmente vos hacés al hablar de Moro. Me refiero a uno de los hijos del Iluminismo, claro está. No el individualista, sino el otro. ;)
    En fin. Te agradezco la lectura y tu tan extenso como inteligente comentario: ayuda a que el esfuerzo por hacer el blog sea más dedicado y responsable.
    Que no decaiga!

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  6. Gracias Martín, comparto tus ideas. Esto da para dialogar horas y horas...
    El iusnaturalismo fracasó, el cristianismo fracasó, el racionalismo fracasó... el gran problema de romper con "lo que queda del platonismo" (como decía Marx, soltar las cadenas o quitar el velo) es: "qué", "¿quién?" ocupa ese lugar -el que ocupa a la ¿fe?-en las sociedades? me refiero al lugar que ocupó Dios, que ocupó la naturaleza, que ocupó la razón... qué nos queda? vacio?. Como vos decís, tenemos que pensarnos entonces desde el uno-mismo, es difícil y hasta pesimista pensar una sociedad cohesionada, ordenada, en esos términos, aunque Sartre diría que más que pesismista es una "dureza optimista" y sí, ahora sí, llegamos a Nietzsche..
    Como verás, hoy me encuentro existencialista.. ja! Gracias a vos, nuevamente

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  7. Bue. Qué curiosa coincidencia. Vos te encontrás hoy "existencialista" y yo acabo de postear un artículo sobre Simone de Beauvoir... ^^

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  8. Buen artículo, Martín. Me pareció interesante tu análisis sobre el uso de la muerte de Néstor Kirchner. Sin embargo, me parece muy apresurado poner al mismo nivel la despolitización cuidadosamente premeditada del menemismo neoliberal, utilizada como una estrategia de gobierno, con justificación de algunos actos de gobierno a partir de la figura y pensamientos del difunto Kirchner. Su muerte fue un acontecimiento imprevisto, y su figura como mártir de la causa no formó (hasta ahora) parte integral de la estrategia de gobierno. Incluso, me da la sensación, desde lo discursivo al menos, que la Presidenta está intentando salir de ese lugar. Basta ver cómo en el acto de ayer (en conmemoración a la Vuelta de Obligado), cuando militantes K comenzaron a gritarle "esto es por Néstor" (o algo así), ella intentó desviar del centro a su marido y extendió eso que estaba diciendo a un colectivo de personas (los que lucharon por no se que cosa.. se entiende, no?). Ojalá que después de este lógico entronamiento de la figura de Kircher, el discurso del oficialismo vuelva a encausarse dentro del ámbito "contractual-constitucional" de su mandato. Y esperemos que la figura de Néstor no sea utilizada como eje de la campaña 2011, porque ahí si voy a tener que darte la derecha en tu parangón con el menemismo.

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  9. Y adiciono: coincido en parte con tu idea referente a que la política no volvió con Kirchner. Seguro que 19 y 20 de diciembre de 2001 marcó el "despertar" político de la sociedad luego del letargo de una década. Ante semejante debacle económico-social, es lógica la eclosión popular en esos años. Sin embargo, sólo con un tipo de política como la que se dio en los últimos años, fue posible que se sostenga en el tiempo el interés por lo que están haciendo nuestros representantes. La población, y especialmente la clase media, reacciona habitualmente por cosas puntuales (por ejemplo, cuando le tocan el bolsillo). Cuando mas o menos se estabiliza su situación, merma su participación. Ahora, por cómo se dio la configuración política a partir de este gobierno (digo, desde el 2003), el activismo dentro de la gente (a favor o en contra del gobierno)sigue en pie, y por varias cuestiones, incluso que no afectan sus intereses directos. Esto me parece rescatable.

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